El malestar de los adolescentes ha encontrado una vía de escape extrema, las autolesiones físicas, de una gravedad que, advierten los especialistas, puede llegar a ser incontrolable. Psiquiatras y psicólogos han decidido dar a conocer el fenómeno en toda su extensión, ya que, aseguran, se trata de una realidad que transcurre en paralelo, pero oculta, a la mayoría de foros sociales.

Estudios europeos de reciente publicación, cuyos datos incluyen a España, relatan el progresivo aumento de la población joven o adolescente que se está haciendo daño de forma intencionada y casi siempre oculta a la mirada de familiares y profesores. La mayoría se corta en trazos paralelos poco profundos, que les cubren antebrazos, muslos o el vientre.

En ocasiones se trata de quemaduras, dolorosas. O buscan reabrir heridas recientes, que rascan y rascan para impedir que cicatricen, o propician que se infecten. No se trata de jóvenes alterados por alguna patología mental o con intenciones suicidas, sino de personas definidas como «normales» por los médicos que analizan y atienden el fenómeno en los hospitales catalanes. Uno de esos estudios lo ha publicado la revista británica Journal of Child Psycology and Psychiatry.

Los expertos aseguran que los primeros datos de autolesiones en adolescentes se remontan a 1960, aunque no se publicaron estudios sobre este fenómeno hasta los 90. En el 2001, un amplio informe elaborado en Estados Unidos advertía de que el 6,5% de chicas y el 5% de chicos se autolesionaba y solo entre el 1% y el 2,5% de los padres lo había detectado. Se estima que entre el 20% y el 30% de los adolescentes se ha autolesionado alguna vez. «La prevalencia es cada vez mayor. Los casos de autolesiones que nos llegan derivados de pediatras empiezan a ser mucho más frecuentes que otras patologías», asegura Sandra Gallego, psiquiatra infanto-juvenil del centro de salud Actur oeste Amparo Poch, de Zaragoza y trabajadora del centro de día de Movera especializada en trastornos mentales graves en adolescentes.

La experta subraya que este fenómeno no está ligado al suicidio. «Para profundizar en las autolesiones hay que saber identificarlas y conocer ciertos mitos para prevenirlas. Uno de ellos es que lo hacen para llamar la atención. No es así. Cuando un chico se autolesiona es porque está sufriendo y pasándolo mal. Los diagnósticos más habituales son depresión, trastorno de conducta. ansiedad o abuso de sustancias, pero en numerosos casos no hay una patología asociada. Se autolesionan en busca de alivio, no de notoriedad», expone Gallego.

PERFIL

La débil capacidad de la estructura social para incorporar a las generaciones jóvenes, la inexistencia de referentes a los que seguir, el avance de la pobreza y la ausencia de expectativas coexisten en el tiempo con la irrupción de las autolesiones, «Lo hacen porque sufren. Las señales de alarma hablan de chicos con baja capacidad de solución de problemas, alta impulsividad, ira u hostilidad.

Esos comportamientos nos deben poner en guardia ante un posible caso de autolesión. Además, es más probable en familias con un solo progenitor, o con problemas de convivencia», expone la psiquiatra.

La buena noticia es que las terapias suelen funcionar. «Es fácil trabajar con ellos y, con la terapia adecuada, las autolesiones pueden desaparecer del todo», indica Gallego, que añade que el patrón no ha cambiado en los últimos años. «Es en la adolescencia donde se produce ese pico hormonal y se empieza a preocupar por el sentido de la vida. Eso no ha variado», dice.

El objetivo final, pues, de una autolesión no es el suicidio o «llamar la atención» de los mayores, insisten los especialistas, sino vincularse con sus iguales de una forma exitosa y veloz. «Colgando en WhatsApp la foto impactante de unos cortes que sangran, esos chicos reciben el aplauso admirativo de miles de colegas a los que nunca conocerán personalmente», explican. «Sin la difusión por internet, entre sus grupos de iguales, no existiría el factor de imitación, que es algo imprescindible. El daño físico les atenúa su conflicto y, encima, reciben la identificación del grupo».