La compra del Opel por parte del grupo francés PSA Peugeot-Citroën da un nuevo giro a la ya de por sí intensa batalla de los proveedores del automóvil. La rivalidad se acentuará especialmente entre los fabricantes de componentes de Aragón y Galicia, donde se encuentran las dos grandes plantas automovilísticas del nuevo gigante europeo (Figueruelas y Vigo). La adquisición abre sin duda un escenario plagado de oportunidades y amenazas, a partes iguales, para estas compañías auxiliares, a las que se les avecina a medio plazo una profunda reestructuración de la cadena de suministro de piezas.

Por lo pronto, el nuevo grupo arranca con España como principal motor de su actividad productiva en Europa. Las tres fábricas que tiene en nuestro país (Vigo y Madrid, de PSA, y Figueruelas, de Opel) suman 13.600 trabajadores (5.600 en la de Zaragoza) y ensamblaron 860.000 vehículos en el 2016 (361.000 en la Ribera Alta del Ebro). Este es el punto de partida, pero nada se sabe por ahora de los futuros planes industriales de la matriz francesa y el reparto de productos entre las tres factorías. Por ello, los proveedores de piezas y componentes se debaten entre la calma y la inquietud ante el terremoto que ha supuesto este movimiento empresarial en el mundo automovilístico.

Eso sí, todos son plenamente conscientes de que la pugna entre proveedores se agudizará. Y más teniendo en cuenta la estrategia y el estilo que marcan la gestión del consejero delegado de PSA, Carlos Tavares: la rentabilidad ante todo. Este ambicioso directivo ha logrado en apenas tres años revertir las pérdidas milmillonarias del grupo francés y hacerlo rentable. ¿Lo conseguirá con Opel, que lleva 16 años registrando números rojos? ¿Qué papel jugarán los proveedores en ese ahorro de costes?

Vinculación cruzada / Actualmente, la vinculación de PSA con la industria auxiliar aragonesa es baja. Las ventas al fabricante de las marcas Peugeot y Citroën supone menos del 5% de la facturación total de las 57 empresas integradas en el Clúster de Automoción de Aragón (Caar), que el pasado año ingresaron unos 2.100 millones de euros. Ese porcentaje, sin embargo, se espera duplicar con el nuevo Citröen C-Aircross, que se ensamblará en Figueruelas a partir de agosto y será el primer vehículo nacido de esta alianza. La dependencia de Opel es, lógicamente, mucho mayor: del 30%. Esta agrupación representa entre el 65 y el 75% de los proveedores del motor de la comunidad, que suma un centenar de firmas y 20.000 empleos.

«La competencia será máxima, pero no es algo nuevo para los proveedores del automóvil, que están acostumbrados a competir en todo», apuntó David Romeral, gerente del Caar, quien estimó que no se producirán grandes cambios hasta dentro de dos o tres años, cuando se lancen los nuevos desarrollos de vehículos.

El peso de la industria auxiliar gallega es algo mayor. El clúster de automoción de esta comunidad, Ceaga, cuenta con 112 compañías asociadas (incluída PSA) y su facturación rondó los 2.200 millones en el 2015 (sin contar la matriz gala). El 10% de su actividad está ligada a Opel, para la que trabajan firmas como Borgwarner, Cie Galfor, Denso, Faurecia, MGI, Ryedel o Leddison, Dafer o Tecnicarton. La dependencia de PSA se sitúa entre el 35 y el 40%. La preocupación sobre el futuro reparto de pedidos es la misma que en Aragón, pero en su caso se suma a la deslocalización de empresas al norte de Portugal.