Los gatos asilvestrados representan un reto para la ciudad. Su proliferación descontrolada puede ser perjudicial para la ciudad, pero su desaparición también tendría efectos negativos sobre el control de la población de roedores.

De ahí que el ayuntamiento esté apoyando desde hace un año una novedosa actuación consistente en la creación de colonias felinas distribuidas en distintos puntos de la ciudad.

Dos de ellas se encuentran en el parque Grande. "Nosotros ayudamos a los gatos que no tienen posibilidades de sobrevivir", señaló Helena Moradel, una voluntaria de Protección Animal.

En su colonia viven en torno a 25 felinos, aunque en otras puede llegar a haber hasta 40. Su función es alimentarlos y también arbitrar medios para la esterilización, con el fin de evitar un crecimiento descontrolado del número de ejemplares.

Estas labores son privativas de los voluntarios asignados a cada colonia, por lo que las personas ajenas a las mismas no pueden desarrollar estas tareas.

"Si no fuera por nosotros, muchos gatos morirían por las agresiones de los perros, principalmente", añadió Moradel, que hizo un llamamiento para que los dueños de canes los lleven debidamente atados en los horarios en que así lo establece la normativa. De esta forma, dice, se asegura la convivencia entre ciudadanos, perros y gatos en el parque Grande.