El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, considera que el nuevo San Mamés es el «espejo» en el que mirarse, ya que consiguió esa «cooperación institucional» que él todavía no tiene atada. En el césped del estadio bilbaíno y sin más compañía que los responsables del Real Zaragoza, con el presidente Christian Lapetra a la cabeza; el concejal de Urbanismo ,Víctor Serrano; y una expedición de asesores, técnicos y periodistas, se lanzó a apostar por la fórmula de la sociedad mixta para acometer la reforma de La Romareda. Igual que la San Mamés Berria que logró la nueva Catedral del fútbol español. O igual que el tranvía de Zaragoza, con matices, del que tanto reniega: la unión de un ayuntamiento, el Gobierno autonómico, empresas privadas y un banco. El estadio vasco costó 186 millones de euros, él quiere uno de 70 o «el mejor posible» con esa colaboración público-privada que sigue en el mismo punto de siempre: sin tener atada la financiación o una ligera idea de cómo lograrla.

Era la tercera foto sin garantías que lleva Azcón en cuatro meses de mandato para publicitar la reforma de La Romareda. La primera en campaña electoral con el propio Lapetra y en el césped zaragozano y la segunda con el presidente Javier Lambán, que mantiene desde hace años la mano tendida y la caja cerrada a cal y canto para Zaragoza y al que, desde la capital vizcaína, no dejó de lanzarle invitaciones a sumarse a su proyecto estrella.

Pero el conservador no pierde el ánimo y en San Mamés dijo más de lo mismo: que «llega la hora de que el proyecto sea verdad, se convierta en un éxito» tras años de «fracasos»; que ese «campo del siglo XXI» solo se logrará con la cooperación del Gobierno aragonés; y que además de un campo de fútbol, puede convertirse en «motor económico» para la ciudad, una especie de «palacio de congresos» donde acoger más eventos no deportivos y un elemento revitalizador para el núcleo urbano donde, por suerte, se ha quedado.

IMPORTANTES DIFERENCIAS

Todo esto era para establecer similitudes con el ejemplo de San Mamés, donde su impresionante arquitectura es elogiada y envidiada por media Europa, y logró sumar 100 millones de euros del Gobierno foral y autonómico a su causa y otros 50 del banco BBK. Y ahora en la ciudad, «es el tercer museo más visitado tras el Guggenheim y el de Bellas Artes» y acoge eventos no deportivos como el concierto de Guns N’ Roses capaz de ser imán con gran retorno económico para la ciudad. Así, lo que Azcon quiso remarcar es que Zaragoza hará «el mejor proyecto posible», que dependerá del número de socios, públicos y privados, que entren en esa sociedad mixta por la que apuesta. «Cuantos más hombros estén dispuestos a arrimar, mejor», dijo.

Ahora bien, se le olvidaban las importantes diferencias que separan ambos casos: el poder económico del Gobierno vasco, que el Athletic no solo puso 50 millones de esos 186 sino que también puso el suelo (era el propietario) mientras La Romareda es 100% municipal, y que el ayuntamiento tuvo un papel casi simbólico.

Pero hay otra similitud que es la que más le gusta al alcalde de Zaragoza: cómo pagó el consistorio bilbaíno su aportación. Lo hizo ahorrándole a la sociedad mixta el coste de licencias, la cesión de aprovechamientos... Un «pago en especie» que, dijo Azcón, no será el mismo en el caso de la capital aragonesa, su «esfuerzo será mayor» y, por tanto, también la representatividad en esa sociedad mixta.

Zaragoza solo con poner el suelo ya pone mucho, pero él no está pensando en un porcentaje del capital -«eso no es lo más importante», opinó-, que en el caso del consistorio de Bilbao en San Mamés fue casi testimonial entre los cuatro socios (Gobierno vasco y foral de Vizcaya, BBK y Athletic pusieron el 99,97%). Lo que sí le agrada a Azcón es la fórmula de explotación: que sea el club, «los que entienden», quienes «tomen las principales decisiones».

En resumen, un equipamiento municipal nuevo, reformado con dinero público y privado, que luego gestione el Real Zaragoza desde dentro de una sociedad mixta. Como ahora sin sociedad mixta y con un campo nuevo con el que gane «el zaragocismo y la ciudad». Pero, ¿quien lo paga?

Esa parte le tocaba a Christian Lapetra, presidente del Real Zaragoza, que perdió la ocasión de decir que la entidad también ve en el Athletic de Bilbao el ejemplo a seguir, el espejo en el que mirarse para costear un proyecto que la afición le implora. Pero estaba allí para «tomar ideas» del feudo bilbaíno y luego, para La Romareda, «aportar la experiencia y conocimientos que tenemos como equipo de fútbol y en organizar eventos en un estadio». Pero eso no pagará las obras. Mientras, la idea de la sociedad mixta lo vio como «un modelo más».

Azcón y Lapetra han firmado este viernes un convenio de colaboración como primer paso de una inicitiva de futuro incierto, ya que depende de muchos más factores y protagonistas que de momento escapan a ayuntamiento y club. Lapetra, ayer, aseguró que el ascenso o no del equipo «no debería ser obstáculo» para el nuevo estadio y su «vida útil», aunque admitió que estar en Primera «ayudaría muchísimo». Esa aportación «deportiva» solo la pueden dar ellos y, como la financiación, tampoco está garantizada.