La punta de la crecida del río Ebro pasó ayer de largo por la Ribera Alta y la ciudad de Zaragoza sin más afecciones de las esperadas, aunque con la incertidumbre --que se mantuvo durante todo el día y que al cierre de esta edición aún existía-- de si aguantaría la mota que protege a la población de Boquiñeni. La altura del río y la duración en el tiempo de un caudal que rondaba los 2.000 metros cúbicos por segundo provocó que hubiera varias filtraciones que amenazan a la población. Aunque los técnicos de la CHE y los miembros de Protección Civil rebajaron el nivel de alarma a primera hora de la tarde de ayer, el riesgo existía. El operativo se mantuvo alerta durante todo el día. "Bastará con vigilar y estar atentos a esas pequeñas filtraciones", indicó un técnico de la CHE.

El malestar en los vecinos era patente. "Parece que son más importantes los pájaros y los árboles que las personas", indicó un vecino, testigo de riadas como la histórica de 1961. "En aquella época, el río llevaba el doble de caudal y no hubo tantos problemas como ahora, porque el cauce estaba limpio y no tenía tantos obstáculos como ahora. No había ecologistas", indicó protestando. Ese era el sentir general, al tiempo que criticaron las promesas de que se tomarían medidas para evitar la suciedad en el lecho del río. La presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, visitó en la tarde de ayer Pradilla, Boquiñeni, Alagón y Gallur. Aseguró que están trabajando con la Confederación Hidrográfica del Ebro para ver "cómo intervenir en el Ebro, cumpliendo la legislación estatal en materia medioambiental".

VISITA DE AUTORIDADES

Hasta Boquiñeni se desplazaron el presidente de la DPZ, Luis María Beamonte, así como los diputados provinciales Máximo Ariza y José Antonio Sanmiguel, para comprobar in situ la afección de la riada, que ayer volvió a cuantificar el sindicato Araga en unas 5.000 hectáreas de cultivo afectadas y unos 10 millones de euros de pérdidas. En Boquiñeni se suspendieron las clases y aunque la situación por la tarde se tranquilizó, el lento avance de la crecida --aunque ya en fase descendente-- hace que durante el día de hoy se siga estando vigilante.

En declaraciones a Europa Press, el alcalde de Boquiñeni, Miguel Ángel Sanjuán, indicó que ya que los pueblos ribereños son "la balsa que protege el Actur de Zaragoza", que se "refuerce la mota" para añadir que el presidente de la CHE --que estuvo durante todo el día de ayer en la zona-- les ha asegurado que "estudiarán reforzarla". A juicio de Sanjuán "algo pasa enen el Ebro cuando con menos caudal el agua sube más alto", en referencia al limo y arrastres sedimentados en el lecho. "La riada del 2003 fue un metro superior pero los efectos de esta son similares", indicó un miembro del operativo de seguridad. Aunque es remota la posibilidad, en el caso de que tuvieran que desalojar a los aproximadamente 900 vecinos del municipio, 10 lo tendrían que hacer en ambulancia.

La situación en otros lugares fue menos alarmante, aunque el Ebro rozó los núcleos urbanos de todas las poblaciones. Alagón, donde el Ebro alcanzó una altura superior a los siete metros e inundó todos los alrededores, aunque la población no tuvo ningún problema y, como en el resto de la ribera, la crecida no pasó de ser ordinaria.

El principal problema, por tanto, estriba en la duración de esta riada y el abundante caudal que durante dos días más seguirá golpeando las motas, pudiendo perjudicarlas. A pesar de ello, técnicos de la CHE, junto con miembros de Sarga, bomberos y Protección Civil, mantienen un minucioso control sobre las mismas y sus filtraciones.