Desde 1997, los brotes de legionela detectados en España han crecido a un ritmo anual del 16,52% y el contagio ha producido en ese tiempo más de 60 muertes, pese a que la normativa contra el contagio, cuya última revisión es de julio del 2003 está considerada como una de las más avanzadas de Europa.

Como está ocurriendo con el actual brote detectado en Zaragoza, las instalaciones que con más asiduidad aparecen asociadas a esta enfermedad son las torres de refrigeración y los condensadores evaporativos de industrias, hoteles, hospitales, centros comerciales y edificios de gran tamaño. La norma legislada en España exige que estas instalaciones de riesgo figuren en un registro actualizado para garantizar que pueden ser actualizadas por las autonomías.

Los propietarios y las compañías que se dedican a la instalación de torres y de condensadores están obligados a comunicar a las autoridades las características de estos equipos a los 30 días, como máximo, de su puesta en marcha. El mismo plazo se establece para notificar el cese de actividad. Las revisiones son obligatorias cada año y se deben reparar o sustituir todos los elementos defectuosos.

Existe, además, un protocolo que en caso de surgir un brote de legionela se realice una desinfección de choque de toda la red afectada, incluido el sistema de distribución de agua caliente.

El incumplimiento de la normativa puede originar sanciones de hasta 600.000 euros para los responsables de propagar el contagio. Sin embargo, ni las medidas punitivas ni las de prevención han evitado el incremento de brotes de legionela. En el 2002 se detectaron en España 1.406 infecciones, pero la cifra se ha incrementado todavía más hasta casi doblarse.

En Zaragoza se produjeron 43 casos en el 2003, pero en lo que va de este año ya se han registrado 78. Un incremento que se atribuye, entre otras causas a la mejora de los sistemas de diagnóstico y a la elevada edad de la población aragonesa, ya que las personas mayores son el grupo de más alto riesgo de contagio.

Los grandes brotes

Aunque la legionela está considerada como una enfermedad de verano, no necesariamente se limita a una estación determinada. Uno de los brotes más importantes que se han registrado en España en los últimos años afectó a la localidad madrileña de Alcalá de Henares en octubre de 1996. En aquella ocasión, el contagio provocó al menos 16 muertes y afectó a más de 260 personas.

Sin embargo, el caso más grave de los detectados en época reciente se produjo en Murcia, donde en el verano del 2001 se contagiaron 805 personas. La situación se tornó tan crítica que estuvieron a punto de suspenderse las Jornadas Olímpicas de la Juventud, en las que participaban representaciones de 46 países.

La industrialización de las ciudades multiplica el riesgo. Un caso típico es Alcoy, ciudad alicantina a la que en alguna ocasión se ha denominado capital de la legionela y donde se han registrado nueve brotes en los últimos cinco años. Los expertos atribuyen la frecuencia de estos casos a las torres de refrigeración de sus alrededor de 80 fábricas textiles, que constituyen la principal actividad económica de esta ciudad de 60.000 habitantes.

Aunque las cifras de contagios son inferiores a las de los grandes brotes en España, 300 afectados desde 1998 con cinco fallecidos, Alcoy es un referente nacional para este enfermedad por la facilidad con la que se reproduce la infección. Se han registrado casos de torres descontaminadas donde la bacteria se ha vuelto a reproducir en menos de un mes, sin que los expertos hallen una solución.