Después de un 2003 marcado por la guerra de Irak, el terrorismo global, el Muro entre Israel y Palestina, la crisis de la ONU, la fractura diplomática entre Estados Unidos y Francia-Alemania, el fracaso de grandes cumbres, como la de la Organización Mundial del Comercio o la de la Unión Europea sobre la Constitución, el olvido de Africa, la expansión de la neumonía atípica (SARS) y el miedo de los ricos a una invasión de nuevos inmigrantes clandestinos, ¿cómo sera el 2004?Será un año marcado por un acontecimiento central: la elección presidencial en Estados Unidos de noviembre próximo. En la configuración estratégica contemporánea, caracterizada por la hiperdominación de Estados Unidos, que ocupa el lugar histórico de centro del mundo , esa elección tendrá consecuencias para todos los habitantes del planeta.Aún no sabemos cuál será el candidato demócrata que se enfrentará a George Bush, ni cuáles serán sus argumentos para tratar de derrotarle (en el 2000, el demócrata Al Gore obtuvo más votos ciudadanos), pero una cosa es segura: este año no habrá nuevas aventuras militares como en el 2002 (Afganistán) y el 2003 (Irak). Siria e Irán, así como el otro país del eje del mal , Corea del Norte, pueden estar tranquilos: los años de elección en EEUU son, tradicionalmente, años sin guerra.Irak, y más ampliamente las áreas del Oriente Próximo (Israel-Palestina) y Medio (Afganistán), así como el Cáucaso (Chechenia) seguirán constituyendo el foco perturbador del mundo, el papel poco deseable que jugó Europa en el siglo XX. Por tres razones: porque ahí, en torno al golfo Pérsico y al mar Caspio, se concentran los principales yacimientos de hidrocarburos del planeta y eso atrae la codicia de todas las grandes potencias; porque los estados de la región siguen siendo artificiales, inestables y no democráticos; y porque continúan sin resolverse los últimos grandes conflictos coloniales del mundo, el de la Palestina ocupada y el de Chechenia.Este foco perturbador va a durar años, quizá decenios. Y los ejércitos extranjeros que se encuentran en Irak, en apoyo a las fuerzas norteamericanas, se quedarán por largo tiempo. De la mayor o menor intensidad de la resistencia contra ellas dependerá que EEUU retiren, a partir del 1 de julio del 2004, el grueso de sus tropas de Mesopotamia y transfieran la soberanía del país a unas autoridades locales fantoches.Esta región seguirá siendo manantial de muchas violencias extremas, las cuales, por la vía del terrorismo global, podrán alcanzar a las regiones más alejadas del planeta. No es imposible que se produzca, en este año 2004 y una vez reconstituida la cúpula operativa de la red islamista radical Al Qaeda, un nuevo atentado de gran envergadura, como el del 11 de septiembre del 2001, contra alguno de los grandes símbolos de la dominación occidental del planeta: en Washington, Londres o Roma. Hay además, ahora, un motivo suplementario: la demanda de liberación de los 660 islamistas encarcelados en el penal de Guantánamo.De producirse, lo más probable es que se trate de un atentado con armas químicas, mediante uso de gas letal como ya hizo la secta Aum en el metro de Tokio hace unos años. Es un producto sencillo de producir, simple de transportar, fácil de disimular y tremendamente mortífero en un lugar cerrado (metro, cine, teatro, sala de conciertos, cancha de baloncesto...).El 2004 será también un año de elecciones --sin grandes transformaciones previsibles-- en importantes países como Rusia (Vladimir Putin ganará y seguirá de presidente), en la India (donde triunfará el Bharatiya Janata Party, partido nacionalista hindú que continuará gobernando), en Canadá (el liberal Paul Martin sucederá, en febrero, al primer ministro también liberal Jean Chrétien), en Australia (donde el laborista John Howard renovará por un cuarto mandato) y en España.UNA NUEVA EUROPA En Europa, la gran novedad será la ampliación de la Unión Europea, que el 1 de mayo pasará de 15 a 25 miembros, y acogerá en su seno a Chipre, Malta, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania y Polonia.Históricamente, se trata de borrar la fractura artificial que provocó la guerra fría, y reunificar un continente profundamente maltratado por los grandes conflictos mundiales del siglo XX. Pero toda una nueva serie de problemas amenazarán con dividir a sus miembros, como lo ha demostrado el reciente fracaso de la cumbre europea sobre la Constitución. Para evitar reabrir heridas, esta cuestión no volverá al tapete antes de final de año, o quizá --para mejor dejar madurar los espíritus-- sólo a principios del 2005.En Asia, los dos principales fenómenos conciernen a los dos gigantes demográficos de ese continente, India y China: 2.400 millones de habitantes, casi la mitad de la población del planeta. Y son fenómenos positivos. India esta viviendo desde hace unos años (aunque los medios siguen hablando de este país con los eternos clichés) una verdadera revolución tranquila.Obviamente, sigue siendo el país de más terribles y más injustas desigualdades, que el Foro Social Mundial y los altermundialistas, reunidos en Bombay a mediados de enero, no dejarán de denunciar. Pero es un país que, por primera vez en mucho tiempo, está viviendo una verdadera euforia económica. Su economía lleva creciendo sin discontinuidad desde hace cinco años, y en el 2004 se prevé que su producción aumentará al ritmo impresionante del 5,9% (a titulo de comparación, el de España sera del 2,8%).India es ya el número uno mundial en relocalización de tecnologías de la información: allí es donde van a instalarse el mayor número de fábricas del sector informático. Es el que más beneficio está sacando de la globalización de los servicios que tanto paro causa en muchos países desarrollados.El otro gigante, China, proseguirá su larga marcha hacia el capitalismo de consumo. Se prevé que su crecimiento, en el 2004, será nada menos que del 7,5%. El Gobierno intentará frenar un poco esta progresión excesiva para evitar un sobrecalentamiento de la economía.Pero ello también conlleva peligros, no sólo económicos, sino sociales. La mejora del nivel de vida general y la intensificación de las reformas económicas continuarán produciendo una profunda transformación del modo de vida de los ciudadanos y una modernización general del país. El poder político deberá tenerlo en cuenta para reducir la intensidad del control social.En América Latina, la novedad más interesante la constituye el nuevo eje Brasil-Argentina, y el excelente entendimiento entre el presidente brasileño, Lula da Silva, y el argentino, Néstor Kirchner. Juntos --con el apoyo probable del presidente Hugo Chávez, de Venezuela, y de Ricardo Lagos, de Chile-- quieren construir una nueva América Latina, mejor integrada en la economía global pero mucho más solidaria con respecto a los millones de humildes que constituyen una gran parte de su población.La idea es crear, en torno al Mercosur (ahora ligado a los países del Pacto Andino), un fuerte polo de atracción económica y política que no excluya a Cuba, que haga contrapeso al proyecto estadounidense de la ALCA (Asociación de Libre Comercio de las Américas) y les permita salir de la esfera asfixiante de Estados Unidos.Pero para una parte importante de los ciudadanos del planeta el 2004 no estará marcado por la política o la economía, sino por el deporte. Porque será, sobre todo, en agosto, el año de los Juegos Olímpicos de Atenas, que volverán a batir el récord del espectáculo televisado con mayor audiencia. Seguido muy de cerca, en nuestros países, por la Copa de Europa de naciones de fútbol, que se celebrará en junio, en Portugal.Y al deporte también pertenece la principal incógnita del año: por primera vez en la historia, ¿ganará Lance Armstrong, en julio próximo, un sexto Tour?