La Guardia Civil detuvo ayer «de manera preventiva» al camionero búlgaro en cuyo remolque frigorífico fueron hallados anteayer seis inmigrantes que viajaban como polizones. Fuentes del cuerpo matizaron que, aunque lógicamente hay algún indicio para que se produzca este arresto, llegó por petición de la jueza instructora de Calamocha para asegurar que el transportista no se da la fuga antes de declarar, hoy, en el juzgado. Mientras la familia, procedente del Kurdistán iraquí, inició ante la Policía Nacional en Teruel los trámites para solicitar asilo como refugiados. Sin embargo, han rechazado los programas de acogida que se ofrecen para ellos, ya que quieren continuar camino. Según dijeron anteayer, hacia Francia.

El camionero declaró ayer por la mañana en la casa cuartel de la Guardia Civil en Calamocha, y tras oír su testimonio y con las pruebas que hasta ahora han podido recabar, los investigadores del instituto armado ven algunas lagunas en su relato. Según precisaron, el camionero en realidad no les llamó a ellos, sino a su empresa, Cerezuela, tras oír ruidos en el remolque y ver el precinto de la carga roto. Fue la compañía, que rechaza hacer declaraciones, quien comunicó los hechos a los cuerpos de seguridad.

INVESTIGACIÓN ABIERTA

Para los agentes hay algunos flecos en la historia, como el hecho de que el remolque estuviera cerrado por fuera. Por ello, precisó la Guardia Civil, la investigación continúa abierta para aclarar del todo la ruta y quién cerró la puerta, entre otros extremos. Este y otros puntos los tendrá que aclarar el camionero, del que no se facilitaron edad ni iniciales, ante la jueza en Calamocha.

Mientras, ya anteayer por la noche, la familia fue alojada tras pasar a disposición de la Guardia Civil en un albergue turolense, y ayer iniciaron los citados trámites para el asilo, cuyo expediente ya ha sido remitido al Ministerio del Interior, según fuentes policiales.

Los inmigrantes fueron asistidos por una delegación de la Fundación Cepaim, que colaboró con la Policía desde la comisaría en el acompañamiento, la asesoría legal con abogada y la traducción de su relato.

De este no trascendió mucho, pero al parecer sí que admitieron que se colaron clandestinamente en el camión cuando este estaba parado, aprovechando que vieron al transportista dormido. No se conocía el lugar, aunque ya anteayer se especulaba con una parada en Murcia que el transportista dijo haber realizado, tras haber partido de Almería, la sede de la empresa.

Pese a que la detención del camionero búlgaro podría entrar en contradicción con las declaraciones de sus pasajeros (en el sentido de su colaboración en el transporte), tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional han aclarado repetidamente que no hay cargos ni investigación contra ellos, a los que se considera «en todo momento, víctimas».

La delegada de Cepaim en Teruel, Beatriz Benito, explicaba ayer que, contrariamente a lo que aseguraron fuentes de ambos cuerpos de seguridad implicados en el caso, no hubo tantos problemas de traducción, ya que la familia se expresa correctamente en árabe.

SIGUEN SU CAMINO

Fuera como fuese, el matrimonio y sus cuatro hijos menores quisieron acogerse a la posibilidad de ser reconocidos como refugiados, pero no a disfrutar del alojamiento temporal y las ayudas económicas de las que podrían beneficiarse, porque querían «continuar su viaje». Benito no pudo confirmar que fuera a Francia, pero este destino final fue de lo poco que trascendió anteayer de las explicaciones de la familia. Al parecer, tienen parientes en el país galo.

En otras circunstancias, si hubieran optado por quedarse, tendrían que haber sido trasladados a Zaragoza para recibir ayuda de Accem, la oenegé con la que Aragón tiene conveniada la ayuda a estos refugiados. En Teruel reciben ayuda de la citada Cepaim, al no tener sede.

Pero al insistir en continuar el camino por sus propios medios, no lo hicieron, y de hecho, aclararon fuentes de ambas instituciones benéficas, no hay previstas ayudas económicas para estos viajes fuera de programa. Desconocían, pues, cómo van a continuar su camino una vez abandonasen el albergue.

La familia, compuesta por el matrimonio de adultos y cuatro hijos menores, se encontraba bien de salud, incluso tras pasar varias horas en el remolque frigorífico del camión. La subdelegación del Gobierno en Teruel explicaba anteayer que solo la mujer estaba vomitando por el mareo cuando abrieron las puertas, pero el frío, al parecer, no les afectó.