Nunca una campaña electoral tan poco prolífica en propuestas ha movido tanto las fichas en el tablero político español. Las tendencias con las que empezó la carrera hacia la Moncloa se han acentuado de tal manera que tanto Mariano Rajoy como Alfredo Pérez Rubalcaba solo pueden esperar que la semana que resta para que se abran las urnas pase rápido. El primero para paladear su histórico triunfo y el segundo para evitar que su derrota se haga, precisamente, cada vez más histórica. La estrategia del PP de sentarse, aguardar que pasen los días y dejar que el PSOE se queme le ha permitido agrandar el botín del 20-N. Y es que la intención de voto de los populares se estanca, mientras la de los socialistas se precipita sin freno.

Según el barómetro electoral del GESOP para este diario, realizado tras el cara a cara del lunes triunfal para Rajoy, el PP se moverá entre los 188 y los 192 escaños, una mayoría absoluta de récord en las filas populares. El dato llamativo es que su estimación de voto (46,2%) se mantiene idéntica a la que tenía en el anterior sondeo, de finales de septiembre. La holgura de su victoria se nutre de la caída de Rubalcaba, que se deja más de un punto en el último mes y medio (su estimación de voto es del 30,2%). El PSOE sigue perforando el suelo que Joaquín Almunia situó en los 125 diputados, y hoy obtendría entre 115 y 118. Para su desesperación, el dato de intención directa de voto se sitúa por debajo del 20% (19,6%). José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones del 2008 con un 32,2% de los votos.

El barómetro confirma que el PP ha dejado de ser un partido refractario para buena parte del electorado. Un 35,4% de los españoles no se plantea en ningún caso votar a los conservadores el 20-N. Pero son más --un 40%-- los que aseguran que es imposible que el domingo que viene elijan la papeleta del PSOE. En cambio, un 27% de los encuestados dan por seguro su apoyo a Rajoy, mientras que solo un 13% garantiza que votará a Rubalcaba.

Por autonomías, el paseo militar de Rajoy se apoya en sus habituales fortines y lo remata con la conquista de las otrora socialistas Castilla La-Mancha y Andalucía. El feudo manchego ya fue hollado por los populares en las elecciones autonómicas de mayo y el andaluz puede seguir el mismo camino dentro de cuatro meses. Y es que la fidelidad de los votantes del PP roza el 88%, mientras que solo la mitad de los electores que votaron a Zapatero en el 2008 lo harían ahora por Rubalcaba.

EXCEPCIÓN Cataluña es la excepción a la regla. En intención directa de voto, el PSC aventaja en dos puntos a CiU (19,9% frente a 17,9%), lo que le permitiría retener su condición de primera fuerza. La campaña electoral no le está yendo bien a la federación nacionalista, que ha perdido medio punto desde septiembre. El sondeo le otorga 13 o 14 escaños, suficientes para seguir como tercera fuerza estatal. Por detrás, Izquierda Unida sigue recogiendo la mayoría del voto que huye del PSOE y se encarama ya a una horquilla de entre 8 y 10 diputados.

La gran revolución en el mapa tiene su epicentro en Euskadi. El PNV y Amaiur, la coalición que incluye a la izquierda aberzale, encaran la recta final de la campaña electoral empatados a votos y a escaños. Con 4 o 5 diputados, los independentistas están al borde de conseguir grupo parlamentario, y los nacionalistas, de perderlo.