Con un cuenco de avena y yogur en el cuerpo, la socialista Susana Sumelzo acomete un nuevo día de campaña electoral para las generales en Zaragoza. La cita es a las 10.30 horas en una cafetería de la Estación de Delicias, toca recibir a la exministra Cristina Narbona que ese día (el pasado 18 de abril) visita Zaragoza para un encuentro con los medios. Pero la agenda no se va a quedar ahí. Ni de lejos.

En la cafetería se va reuniendo el equipo que está acompañando a la cabeza de lista durante la campaña. Su pareja habitual estos días, el número 2 por Zaragoza, Pau Marí-Klose, el cabeza de lista al Senado, Miguel Dalmau, y el también candidato a senador y portavoz bilbilitano, Víctor Ruiz de Diego. Entre los cafés y el «donut redondo» que pide Sumelzo (cachondeo cómplice de Dalmau, «como si hubiera cuadrados»), repasan y modifican la agenda sobre la marcha. «El acto en Caspe es a las 20.30 horas, es tarde, podríamos parar en algún sitio de camino, ¿no?», pregunta la candidata. Dicho y hecho, tres telefonazos, un par de coches y ya hay otro acto de campaña montado.

A Sumelzo no le hacía falta azúcar, a la vista está que no le gusta parar un segundo. Medio en broma medio en serio admite que, si en su infancia hubiese habido la atención que actualmente existe respecto a la hiperactividad entres los jóvenes, probablemente estaría diagnosticada.

De momento toca recibir a Narbona, con un inesperado encuentro previo de un exdiputado socialista en el andén, y rápidamente al coche para llegar a la sede. Narbona va dando cuenta de las últimas novedades respecto al programa (el día anterior mismo estuvo locutando una versión para invidentes), también en lectura fácil. Tercia Marí-Klose, «me han pedido hablar del programa para personas con discapacidad, me vendrá bien como base». «Te lo paso ahora mismo». Sinergias, que se dice ahora. Mientras, se comentan los últimos chafardeos políticos, y los que no.

Preparación

Turno para el acto en la sede de Conde Aranda. Reunión previa con el equipo aragonés, repaso de las últimas consignas, refuerzo de mensajes, anticipación de las preguntas de la prensa, que pese a todo, siquiera de vez en cuando, sigue soprendiendo. No todo está perdido. Es un breve briefing, que dirían los militares, antes de la pequeña batalla del acto electoral. Que jugando en casa parece que está ganada, pero no siempre.

Termina el acto, un par de fotos y besos y a la calle. Una mesa en la cercana plaza del Portillo, si no improvisada, sí gestionada con tremenda celeridad. Este es el terreno de Susana Sumelzo, y se le nota. En seguida se acerca con Narbona y la pequeña comitiva a los grupos de ancianos, a preguntarles sus problemas y pedirles el voto. «Que nos quiten años», brometa un jubilado. «Pagamos mucho de medicamentos», lamenta otra. Sumelzo les explica que en su programa llevan la modificación del copago farmacéutico y el blindaje de las pensiones.

«¿Que te pueden soltar alguna barbaridad? Pues hombre, sí, pero también forma parte del trabajo. A mí lo que más me gusta es estar en la calle, hablar con todo el mundo, porque si no te explican sus problemas, ¿cómo los vas a solucionar?», explica la candidata en los pequeños ratos muertos. «Ese es mi punto fuerte, a cada uno se le da bien una cosa. Ayer (por el jueves, 17) por ejemplo, teníais razón, miraba los papeles demasiado», admite, respecto al análisis del debate en Aragón TV. «Yo necesito a gente que me diga lo que hago peor, si no no aprendo», justifica.

Termina la mesa informativa en la calle, visita rápida a la Aljafería con Narbona -le encanta, «hacía años que no estaba»-, comida en las Cortes, un rápido paso por casa y al coche, a La Puebla de Alfindén. Lo más parecido a un respiro en todo el día.

«¿Que cómo se aguanta el ritmo? Pues lógicamente sacrificando toda vida personal estos días. Ya estoy algo acostumbrada, estoy de lunes a jueves en Madrid, en un piso alquilado y el fin de semana voy a Ejea con mi hijo (Juan de 12 años, «el terremoto»)», explica. Estos días tiene base en Zaragoza, en casa de sus padres. Allí pasa los ratos de asueto, «con la radio, me encanta la radio, y con música. Me gusta la de mi época, U2, Depeche Mode o Radio Futura, sobre todo», explica.

Esta jornada continua sostenida durante dos semanas no parece preocuparle. «Yo no me quejo, que hay mucha gente que está 14 horas en trabajos mucho peores. Y a mí me gusta lo que hago. Partidos como el PP y nosotros, sobre todo, tenemos mucha implantación en el territorio, gente que da la cara en los ayuntamientos, que para mí es lo difícil. Y me gusta hablar con ellos y que me cuenten qué necesitan», afirma.

Actuación local

Pronto tiene oportunidad. Paseo por La Puebla de Alfindén, donde le explican que están construyendo a pulmón la que puede ser la biblioteca de antropología social más importante de Europa, con fondos bibliográficos de un ilustre vecino, Carmelo Lisón Tolosana, que no está tan reconocido como debiera en Aragón. Y necesitan centros educativos cuya financiación, constantemente prometida, nunca acaba de llegar. En un momento, se establece contacto municipal con Pau Marí-Klose para ayudar a gestionar algo de lo primero, en la medida de lo posible, y veremos qué se puede hacer de lo segundo desde el ámbito nacional.

Para Sumelzo, todo se puede mirar, y cuanto menos dar orientaciones. Puede parecer incompatible esta predilección por la política cercana con un escaño en el Congreso, pero ella no lo ve así, en absoluto. No solo porque sea la responsable federal de política municipal. «Lo primero que hice al llegar fue enviar una carta a todos los ayuntamientos de Aragón, del color que fueran, por si les podíamos ayudar en algo. A veces allí tenemos herramientas que no se usan porque no se conocen», lamenta.

En el paseo, lanza fotos a las casas conocidas como de Los Picapiedra, una curiosidad monolítica de hormigón. «Me gusta mucho hacer fotos y colgarlas, estoy todo el rato haciéndolas», explica. Se puede dar fe. Incluídos vídeos de carretera en el coche. En ese rato de viaje, también toca actualizar las redes sociales, comentándolas con Marí-Klose. «Me gusta llevarlas a mí, saco tiempo. Nunca he querido que me las gestionen», explica. Su compañero en la lista al Congreso prefiere dedicarles la noche.

Vuelta al coche, llegada a Caspe, otra buena ración de hablar con la gente, además del mitin y mensaje de turno. Como en todas partes, afirma, tiene buenas sensaciones. «Más allá de dar apoyo a las agrupaciones, creo que la gente está contenta con estos diez meses de Gobierno de Pedro Sánchez. Tenemos que hacer llegar lo que hemos hecho en política social y en economía, y ver qué problemas hay. Yo creo que la gente quiere estabilidad, que pasen las elecciones y seguir con su vida», afirma. «Me estoy poniendo muy mitinera, ¿no?», ríe.

Tras doce horas de jornada, el viaje de vuelta tampoco es para descansar. Los últimos instantes se trufan de intercambios de impresiones con Pau Marí y algo de planificación de la próxima jornada. Que puede cambiar del todo por la mañana, claro.