Hay una campaña electoral formalmente organizada, sujeta a plazos y ritos bien conocidos. Amarrados a su tiranía, Rajoy, Zapatero y Llamazares, junto a otros cientos de candidatos, van y vienen por mítines, ferias y mercados. Se les ve, por cierto, ligeramente extenuados y un punto estupefactos, sin duda alguna por la leña que ya llevan dada y recibida en los dos últimos meses. Pero a su alrededor hay otras campañas, otras influencias, otros mensajes que le vienen al tema electoral como anillo al dedo. Organizaciones moderadamente gubernamentales (y confesionales), plataformas ciudadanas urdidas por los progres trasnochados , internautas concienciados y otros entes echan su cuarto a espadas respecto al 14-M. Ayer, mientras el candidato del PP a la presidencia del Gobierno recorría Baleares insistiendo en que él se mide contra una Coalición de insensatos y José Luis Rodríguez Zapatero llenaba Valencia de ecos bíblicos, en Madrid celebró junta general el BBVA, y su presidente, don Francisco González, eufórico tras presentar beneficios por más de dos mil millones de euros, echó muy cumplidos piropos a la política económica del Gobierno de Aznar. Desde luego, si ello no conmueve el voto de los accionistas (y de los que no lo son pero ya quisieran) no ha de conmoverlo nada.

Tal vez los asesores de los señores presidenciables dispongan de datos que el común de los mortales desconoce: profecías infalibles o sondeos cocinados por los mejores chefs de la ciencia demoscópica. Pero la verdad es que a los candidatos se les está viendo un tanto barrocos y dispersos. Cuando se enciende la lucecita roja sobre las cámaras que graban su mítines, se salen por peteneras con argumentos y expresiones un punto peregrinos. Mariano Rajoy aparece obsesionado por el tema de la Coalición . "Me pone los pelos de punta pensar lo que hará la Coalición si llega a gobernar España" dijo muy serio, casi tétrico. Y el caso es que lo decía delante del actual presidente balear, Jaume Matas, que hoy en día está coaligado con los que hasta el año pasado eran los coaligados del socialista Antich. En este plan acabaremos por hacernos la coalición un lío.

Mítines de película

Los líderes en liza han intercambiado alusiones cinematográficas. Rajoy metió a Zapatero en una peli de terror, éste le invitó a ver el 15 de marzo Lo que el viento se llevó y finalmente el socialista decidió ir aún más lejos y ante las cámaras, en un acto multitudinario, representó de cabo a rabo el papel de Moisés/Charlton Heston reinventando Los Diez Mandamientos .

Llamazares oye estas cosas y se desespera, mira las televisiones y ve que apenas ha entrado en pantalla ya está saliendo, lee los periódicos y no se encuentra. Por eso quizás, cuando tiene un hueco, dice también cosas extrañas (él que suele predicar un coherente racionalismo izquierdista) como esa opaca alusión suya a los que "nos rompen las piernas" reproducida ayer por Tele 5.

Pero los candidatos, sus equipos y sus partidos no están solos. Foros empresariales y familiares (desde la CEOE a la Concapa) animan de forma más o menos descarada al PP y a Rajoy. Es natural puesto que consideran que los últimos años han sido de mucho provecho para los colectivos e intereses que representan. Debemos suponer que en esta misma tesitura se vio el presidente del BBVA; a la postre su rutilante carrera como banquero alcanzó la velocidad de la luz en estos mágicos ocho años . De la otra parte, organizaciones sociales en diversos tonos de rojo promueven el voto a la izquierda en general, al PSOE en particular, a IU más concretamente, o incluso a las opciones del nacionalismo progresista que pululan y prosperan por las Españas. Plataformas como la madrileña Asamblea de Intervención Democrática, grupos profesionales como los cineastas de Hay motivo , intelectuales, cantautores y espontáneos diversos hacen lo que pueden por ponérselo difícil a Rajoy. ¿Serán ellos la temida Coalición ?

Las provincias decisivas

Además, dentro de la gran campaña en la que se baten quienes pelean por llegar a lo más alto, está esa otra campaña de provincias, de cuyos resultados va depender seguramente el destino de los grandes hombres. Intuyendo cómo puede evolucionar la correlación de fuerzas, es casi seguro que pequeños pero decisivos cambios en circunscripciones que mueven un escaso número de diputados llegarán a determinar quién y cómo gobernará España.

El PP maneja como previsión propia un resultado que le deja en 176 o 177 diputados, mayoría absoluta rapadilla. El PSOE cree que los escaños de sus adversarios no superarán los 168, mayoría relativa complicada . Y para cuadrar finalmente estos números habrá que ver lo que sucede en esas provincias donde a las estrellas del show electoral sólo llegarán a verlas por televisión.

Así es la vida.