Tras la tormenta, ayer llegaron las dudas. María Antonia Salazar miraba ayer desde su calle, Ramón J. Sénder en Zuera, el estado de sus persianas agujereadas por el pedrisco. "Lo primero que hice fue bajarlas, pero igual ha sido peor y las piedras no me habrían roto los cristales". Y como el tiempo anunciaba nuevas tormentas, Miguel Ceamanos cubría su furgoneta Nisan verde con cartones. "Más vale prevenir", decía, "que ayer no me rompió ningún cristal, pero no quiero tentar a la suerte". Ayer en Zuera solo se hablaba de la tormenta con pedrisco del viernes. El protagonista de las conversaciones fue el barranco de San Miguel que no soportó la cantidad de agua y se desbordó afectando a todo aquello que se encontró a su paso e inundando los bajos de las casas. El alcalde de Zuera, Antonio Bolea, explicó que esa zona "está destrozada". El pedrisco también afectó a la campa de vehículos nuevos de la empresa Semat, que tiene su centro logístico en Zuera. Sin embargo, desde la empresa no precisaron el alcance de los daños que dejó el granizo.

Y ayer se analizaban también los desperfectos del complejo deportivo, que fueron considerables, dijo, pero nada que ver con los de Alcalá de Gurrea que durante días no tendrá piscinas tras quedar cubiertas de barro.

En esta localidad, Javier Vitalla explicaba que el granizó le pilló en el huerto. "Vi que iba a llover y aproveché para plantar antes y así aprovechar la lluvia como riego", contaba sin para de señalar a un lado y otro de la calle los desperfectos que iba encontrando. "Me metí pitando al coche", dijo, y claro, "se me abolló".

Algo parecido contaba Julián Giménez. Estaba en el invernadero cuando la piedra comenzó a caer. "Me cubrí con un panel de corcho", contaba, pero, aún así, ayer enseñaba la marca en la espalda que le había dejado una piedra, como si fuera una cicatriz de guerra.

La nave agrícola de Francisco Hijos, en Alcalá, tenía demasiados agujeros. "Solo con ver el techo uno se hace una idea de que la piedra era como una pelota de tenis de grande". Tiene 70 años y nunca había visto una granizada así. "Y mira que he visto tormentas fuertes"

Los cultivos en esta localidad se han salvado porque son de invierno, pero la tormenta se ha cebado con las casas. No ocurrió lo mismo en Zuera. El huerto de Alejandro Beubel ha dejado de serlo. "Mi padre esta mañana ha retirado todo lo que tenía plantado", explicaba. "Las sandías tenían piedras dentro y las calabazas y los tomates estaban completamente agujereados".