Casi dos décadas después de que se empezara a hablar de la autovía Sagunto-Somport --o A-23 o Mudéjar--, el impacto socioeconómico que deberá aportar a Aragón tendría que verse con más fuerza. La conexión de las tres capitales de la comunidad con el Levante español íntegramente por una vía de alta capacidad, debería abrir nuevas líneas de negocio para la logística o el turismo, y cerrar lastres del pasado como la mala comunicación o la alta siniestralidad de una carretera maldita. Pero la dilación de las obras hace plantear nuevas dudas: ¿es urgente crear el quinto anillo viario de Zaragoza?