Ciento cincuenta escaleras de hormigón en mitad del bosque, en plena montaña, conducen hasta esta vivienda imposible. Recuerda a la casa de proporciones perfectas ideada por Thomas Bernhard en uno de sus obras. Es gris, simétrica, curiosamente integrada dentro de la naturaleza. Y al mismo tiempo extraña. La casa fija su mirada al horizonte, se levanta extraterrestre entre el verdor. Reposa en una finca de cincuenta hectáreas, una suerte de parque ideado por el francés Christian Bourdais.

Este desarrollador inmobiliario viene cada quince días al Matarraña. Cuenta que recorrió medio mundo hasta encontrar un lugar como el Matarraña. Tenía una idea en la cabeza, encargar a ocho arquitectos jóvenes y con proyección internacional el diseño de unas viviendas que debían amoldarse al paisaje. No había pautas. Les dio carta blanca. Bourdais propone una "experiencia" arquitectónica en unas casas nada tradicionales. "Nosotros no hacemos chalés ni urbanizaciones, no entendemos la construcción como una cuestión de metros cuadrados. Ofrecemos algo único en el mundo", explica en perfecto castellano, vía telefónica desde París. Su mujer es española.

Recuerda que el Matarraña le cautivó, que compró las 50 hectáreas, y que avanzó en su sueño hasta convertirlo, poco a poco, en realidad. La primera casa la diseñó el estudio Pezo von Ellrichshausen. "Costó dos años hacerla, fue muy complicado. Las obras se prolongaron más de lo previsto, pero confiamos que las siguientes vayan más rápido", explica Bourdais. La vivienda se terminó en junio y la pusieron en el mercado de inmediato. Se vendió en dos horas. Ahora la gente de la comarca del Matarraña hace excursiones para verla. Su propietario es un abogado inglés con tres hijos, que prefiere permanecer en el anonimato. Pagó casi un millón de euros. Especialistas de todo el mundo han venido a visitarla.

Cada casa está rodeada por unas cuantas hectáreas de naturaleza. Varía en función del proyecto. Terminada la casa Pezo ya está en marcha la segunda. "Hemos iniciado los movimientos de tierra. Tampoco tenemos ninguna prisa. Pero nos gustaría que estuviese terminada en unos ocho meses. Con la experiencia de la primera esta irá más rápida", explica el promotor francés. Ya se ha vendido incluso antes de iniciar su construcción. Esta es circular, de cristal, casi como una nave espacial. Transparente y luminosa, a juzgar por las maquetas. Su precio se acerca al millón y medio de euros. "Está claro que no son casas a las que pueda acceder cualquiera. Buscamos un cliente exclusivo, que quiera tener una casa única, que no podrá encontrar en otro lugar del mundo. Creo que es algo positivo para el Matarraña, que adquiere potencia como marca. Y es indudable que generemos riqueza en la zona porque todos los gremios son de allí", asegura el promotor.

Clientes de todo el mundo se han interesado ya por este proyecto. "La gran ventaja es que esta comarca está a solo dos horas y media del aeropuerto de Barcelona, que está cerca también de Zaragoza, pero sobre todo, su mayor potencialidad es que es desconocida, un diamante", explica Bourdais.

El Matarraña ha permanecido oculto a Zaragoza, que ha tenido en el Pirineo y las pistas de esquí su gran centro de ocio. Junto a Salou, claro. Por suerte, esta zona turolense se ha conservado inalterada, y ahora con proyectos como este, y con la promoción de nuevas masías por los 18 municipios, está viviendo una suerte de etapa de esplendor en plena tormenta económica. Un oasis natural, en el que incluso la crisis parece haber pasado de largo.