La caza furtiva del sarrio se ha cebado especialmente con el Pirineo oscense desde el pasado 27 de junio. Una despreciable práctica que en apenas mes y medio se ha cobrado la vida de nueve ejemplares y ha provocado cinco detenciones. Detrás de este tipo de caza ilegal, la Benemérita oscense ha detectado la existencia de redes profesionales, que tienden a actuar por distintos parques naturales de la geografía española y que tan sólo buscan emociones nuevas y trofeos para decorar sus casas. El modus operandi de estos cazadores es casi siempre el mismo: se encargan de contratar los servicios de un guía especializado a través de empresas gestoras de caza, muchas de ellas ilegales, por cantidades que pueden rondar los 1.200 euros. Esos guías, que suelen tener un notable conocimiento del medio natural, se encargan de localizar a los ejemplares. El perfil de esta clase de furtivos responde al de un hombre de gran poder adquisitivo y su detención suele ser muy complicada, ya que cuentan con importantes medios técnicos: rifles monotiro que pueden desmontarse y esconderse en una simple mochila, visores nocturnos y silenciadores ilegales. La Benemérita ha intensificado los controles para evitar la muerte de más sarrios.El primer caso de este verano ocurrió el pasado 27 de junio, cuando un ciudadano mallorquín fue detenido cerca de Graus por esconder la cabeza de un sarrio, en una maleta. Pocos días después, el 9 de julio, un zaragozano fue arrestado en el parque natural Posets-Maladeta por dar caza de forma ilegal a otro sarrio, al que también cortó la cabeza. El último suceso ocurrió el pasado 24 de julio en la Reserva Nacional de Caza de Viñamala. Un ciudadano jienense y otro madrileño fueron detenidos con siete cabezas de sarrio en sus mochilas, un rifle monotiro y un silenciador.Además, el pasado día 10, un hombre fue arrestado por el Seprona de Ordesa entre las localidades de Fanlo y Nerín cuando se dirigía a cazar a las dos de la madrugada. Por suerte, fue detenido antes de que matara algún ejemplar.