El Celta se salvó de la quema con una victoria por la mínima (1-0) sobre el Espanyol con un tanto de Natxo Insa, que, unido al traspié de su más enconado rival, el Deportivo, propició el milagro que necesitaban los vigueses para seguir un año más en la máxima categoría del fútbol español. Todo se les puso de cara a los de Vigo, que pronto cobraron ventaja en el marcador y casi a renglón seguido llegó desde Riazor la noticia más deseada: el tanto de la Real Sociedad. A partir de ahí, los de Abel solo tuvieron una misión: aguantar un resultado que bien mereció todo el sufrimiento vivido.

El conjunto gallego intentó cumplir con su parte cuanto antes, y para ello se empleó con el doble de intensidad que un Espanyol contemplativo que permitió que Augusto y, sobre todo, Aspas merodearan por su área en busca del último pase. En una de éstas, el de Moaña le hizo un roto a Javi López y asistió a Natxo Insa para marcar.

Los de Abel Resino, contagiados por la histeria de una grada que cantó dos goles inexistentes de la Real, no reaccionaron a tan claros avisos y se limitaron a achicar balones y esperar una contra que nunca se presentó. El Espanyol se empeñó en perdonarle la vida al equipo vigués, que agradeció el descanso como agua de mayo después de que Sergio García cabeceara cerca del larguero.

Se recompusieron los locales a la salida de vestuarios, ya que reagruparon las líneas, cerraron la autopista abierta en el centro del campo y empezaron a generar peligro al contragolpe. Pero el marcador no se movió y los nervios crecieron hasta que la hinchada celeste invadió el campo para asimilar la salvación.