La nueva comisión ejecutiva del PSOE arrancó ayer con fuerza al recibir el 96,10% de los votos, un respaldo mayor que el 95,81% que logró el día anterior el propio José Luis Rodríguez Zapatero en su reelección al frente del partido. No es, sin embargo, la ejecutiva que pretendía el líder. Las presiones de los barones territoriales y otros condicionantes políticos le obligaron a hacer concesiones. Al final, le salió un equipo más numeroso, con más ministros y con más jefes regionales de lo previsto.

No terminaron ahí los desajustes. A Carme Chacón, vicepresidenta primera de la Mesa del Congreso de los Diputados, la colocó en la secretaría de cultura de la ejecutiva, pese a su compromiso electoral de incompatibilizar los cargos institucionales del Parlamento con responsabilidades en el partido.

La idea inicial de Zapatero consistía en que la ejecutiva no sobrepasara los 26 miembros. Quedó con 31. Pocas horas antes del inicio del congreso federal, el secretario general aseguró que sólo incluiría a un ministro en el equipo, dentro de su estrategia de no convertir al partido en un eco del Gobierno. Citó en concreto al titular de Trabajo, Jesús Caldera. Finalmente metió a dos más: Juan Fernando López Aguilar (Justicia) y José Montilla (Industria).

También había dicho Zapatero que sólo contaría con "uno o dos" barones regionales en la cúpula del partido, en su empeño por desvincular al equipo dirigente del debate autonómico, que quedaría desviado a un órgano específico: el consejo territorial. El único que daba por seguro era al andaluz Manuel Chaves, a quien había de postular de nuevo para la presidencia del partido. Al final, tras intensas negociaciones, incluyó a dos más: el presidente extremeño, Juan Carlos Ibarra, y el catalán Montilla.

TERRITORIOS La nueva cúpula tampoco representa con fidelidad el peso de las regionales. Andalucía, la organización con más afiliados, recibió, como era de justicia, más sillas en la ejecutiva. Siete en total. Pero Cataluña, segunda federación por militantes, tan sólo colocó a dos, Montilla y Chacón. La organización catalana quedó, así, con el mismo nivel de representación que Galicia y Aragón, y por debajo de Madrid (5 miembros), y Valencia y Castilla y León, con tres.