Un menú de casi 40 euros para una expedición de 38 personas en el selecto restaurante Jatetxea de San Mamés, un entrante de salmón, otro de croqueta de chistorra, un chuletón tamaño mini y vino de Rioja antes de degustar el delicioso postre compuesto por una base turrón, helado de yogur y rematado con maracuyá y peta zetas. Y un desplazamiento, de ida y vuelta en autobús, para los que no iban a bordo de coches oficiales. Así se dibujaba la que pasará a ser la primera piedra del Real Zaragoza en la futura reforma de La Romareda. A la estancia de ayer en Bilbao invitaba el alcalde Jorge Azcón, y pagaba la entidad, por si algún grupo político de la oposición, que plantaron al conservador, se le ocurre pedir facturas. No encontrarán nada, solo el inesperado mérito de haber conseguido que, años después, la entidad haya decidido poner algo de dinero para las obras que tanto necesita y que la afición implora.

¿Qué hacía el ayuntamiento quebrado más endeudado de España, según su propio alcalde, visitando un estadio de 186 millones de euros, aparte de admirar esa auténtica obra de arte en forma de campo de fútbol cuatro estrellas? Quizá sea la pregunta que constantemente uno se puede hacer cada vez que se analizan las palabras de los protagonistas en la soleada mañana de ayer en el nuevo San Mamés.

Jorge Azcón no descubrió nada nuevo que no apareciera ya en Wikipedia sobre la construcción de un estadio que es la envidia de media España. Fue recibido por el presidente del club, Aitor Elizegi, en su despacho, pero no le acompañó por un recorrido más corto de lo esperado. Del templo vasco solo vio el césped, la grada, el vestuario del Athletic -prohibido tocar las camisetas o hacer fotos en este, le advirtieron-, la sala de prensa, la zona mixta... Y ya. Apenas dos horas por los pasillos de la Catedral, comida en Jatetxea y otras tres horas y pico de viaje de vuelta. Eso es todo.

Un trato exquisito, eso sí, por parte de los empleados de una entidad que guarda un gran cariño al Real Zaragoza, comentan, y esperan su regreso a Primera. Pero que el Athletic de Bilbao juega en otra liga se respira en cada rincón del estadio. El club maño intenta regresar a la élite en España y allí están preparando todo para ser sede de la próxima Eurocopa del 2020. Impresionante todo. «Escandalosa cubierta», llegaba a decir Azcón para referirse al estadio, matizando acto seguido lo escandaloso que es ese adjetivo.

Acompañado por un nutrido grupo de técnicos y asesores, también representantes del Real Zaragoza y un Roberto Bermúdez de Castro en funciones de enlace con el equipo bilbaíno a través de LaLiga, pudieron tomar nota que lo espectacular de San Mamés no es solo su diseño, también quien lo habita. La decidida apuesta de un club que ha puesto 50 millones de euros encima de la mesa, además del suelo donde se levantaba el viejo templo del fútbol. Visto así, lo de ayer del alcalde es más que vender humo o una simple foto. E intentar meter un gol a los medios mirando de frente al busto de Pichichi tiene mérito. El problema es acabar echando balones fuera, como Iribar.

Esa aclamada cooperación que sí sirve para hacer un campo de fútbol pero no una línea del tranvía... Una entidad bancaria, la DGA, empresas privadas y el ayuntamiento… Llámese San Mamés Berria, llámese Los Tranvías de Zaragoza. La magia de la economía mixta, la colaboración público-privada… La casualidad quiso que la deuda del tranvía sea casi idéntica a lo que ha costado levantar ese mágico templo del Athletic. ¿Por qué ir a Bilbao ahora? ¿Por qué un día antes de firmar un convenio con el club, su único acompañante, y no contar la que sería única novedad en cuatro meses?

Azcón y Lapetra en San Mamés rememorando aquel día de campaña electoral en La Romareda… 70 millones decían que costaría el nuevo estadio, ¿no? Pues si el Real Zaragoza quiere mirarse en el espejo rojiblanco que vaya preparando 17,5 millones, un 25%, y sin ser dueño del suelo. Pero ayer era día de fotos y de tomar notas.

Pero si se trataba de rememorar, ¿qué hacía allí Víctor Serrano? El responsable de Urbanismo hace meses decía que la reforma era una ilusión que ojalá se cumpliera, ayer constató que para el PP es una promesa y se va a cumplir, quiera Cs o no. O, mejor dicho, quieran algunos de Cs o no... Más fotos al álbum de los deseos. Dicho esto, el presidente del Athletic no se las hizo. La política y el fútbol, mejor por separado.