Los investigadores especializados en el virus del sida han dejado de poner plazos a la obtención de una eventual vacuna que impida el contagio del VIH a personas sanas. Tampoco figura entre sus esperanzas la erradicación del virus en la sangre de los afectados, lo que supondría su curación. Aceptando esas evidencias, los médicos se centran en lo que sí es posible hacer con un virus que elude todos los parámetros de la tecnología biomédica: controlar su avance mediante los fármacos. Cada día se producen 14.000 nuevas infecciones y mueren 8.000 personas por el VIH.

Onusida convoca hoy el Día Mundial del Sida, una jornada dedicada a recordar que el virus afecta a 40 millones de personas y que se multiplica 10 millones de veces al día en la sangre de cada infectado, hasta acabar con su vida, salvo en el caso de los 400.000 que reciben tratamiento. En cada copia, el virus comete errores que lo hacen distinto a sí mismo. Son sus mutaciones.

UN NUEVO CONCEPTO El VIH exigirá un nuevo enfoque en el concepto histórico de lo que es una vacuna, coinciden los expertos.

Las infinitas mutaciones del VIH han dado lugar a una docena de grandes subtipos distintos --A, B, C, D, etcétera--, que avanzan de forma desigual en los cinco continentes, donde cada uno predomina en función de su vía de contagio. Entre ellos ya han surgido nuevas recombinaciones que los diferencian.

Un estudio realizado por Miguel Angel Martínez en IrsiCaixa ha demostrado que el VIH queda en estado de latencia cuando los fármacos reducen a límites indetectables su presencia en la sangre.

Otro foco de problemas en esta epidemia son las cepas del VIH que han aprendido a resistir a los fármacos. Un 10% de los nuevos infectados recibe un virus que ya es resistente a algunas terapias. El diseño de sus tratamientos es complejo pero no imposible.

En el horizonte de lo posible se encuentra la idea de que algunos enfermos permanezcan incluso un año sin tomar fármacos ni sufrir la inmediata multiplicación del VIH.

POLEMICA CON LA IGLESIA Frente a los avances en el ámbito científico, destaca la opinión de la Iglesia, que sigue centrando el debate en cuestiones morales. Para la cúpula de eclesial, el sida avanza en el mundo porque hay una "inmunodeficiencia de valores morales y espirituales", en palabras del cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud.

El máximo responsable en temas de Sanidad del Vaticano recordó las palabras del Papa e insistió en que la expansión del VIH no es otra cosa que una "patología del espíritu". La principal medida para prevenirlo es, en su opinión, "observar la virtud de la castidad".

EDUCACION El cardenal, que pidió abaratar "al máximo" el precio de los tratamientos farmacológicos, insistió en la necesidad de apoyar los planes mundiales para combatir la pandemia. A su juicio, los gobiernos deben incrementar la educación que reciben los niños en los colegios. En especial, hay que reforzar "las catequesis de los valores de la vida y del sexo".

Tras hacer referencia a los más de 40 millones de personas infectadas en el mundo, Lozano Barragán reclamó de las instituciones una mayor atención médica y social a los niños y a los grupos que se consideran "especialmente vulnerables".