David Navarro. 34 años. Fruticultor desde los 23, se hizo cargo junto a su hermano de las 40 hectáreas que les dejó su padre tras fallecer en un accidente hace ya algunos años. David era uno de los cientos de agricultores que ayer cortaron hasta en tres ocasiones la autovía A-2 (Zarazoza-Barcelona) en protesta por los bajos precios que perciben por vender sus melocotones, nectarinas y paraguayos en un mercado cada vez más complejo y distorsionado. Y sobre todo, saturado.

«Un día esto se acabará, dejaremos de sacar dinero del bolsillo y cerraremos el chiringuito», asegura Navarro apesadumbrado por la situación. «Si el año que viene sigue siendo como este, me dedicaré a otra cosa», afirma con la vista clavada en la fila kilométrica que se podía observar detrás de los tractores en la autovía.

PRECIOS POR LOS SUELOS

Hoy, un fruticultor como David percibe entre 18 y 22 céntimos por kilo de fruta. El coste de producirlo ronda los 37, es decir, se paga la mitad de lo que cuesta en origen, asegura el director de las cooperativas de Fraga Bajo Cinca, Juan José Orriés. La situación es «crítica» y de «colapso», lamenta mientras recrimina la decisión de Bruselas de retirar solo 20.000 toneladas de fruta de hueso del mercado español para evitar una mayor saturación. Él cifra en 80.000 toneladas el excedente de la producción de Aragón y Cataluña, que ayer unieron fuerzas para lidiar con un problema que se repite año tras año, campaña tras campaña.

Alrededor de 300 agricultores secundaron la protesta convocada por UAGA-COAG, Asaja, las cooperativas del sector,la Unió de Pagesos y la Plataforma en Defensa de la Fruta Dulce. Ayer, todos calificaron de «insuficiente» la medida aprobada el jueves por Bruselas. «Si Europa se hubiese metido la lengua en el culo con el tema de Ucrania no estaríamos así», dijo el máximo responsable de Asaja Lérida, Pere Roque, en alusión al veto ruso que ha dejado sin salida en el mercado a un tercio de la producción aragonesa de fruta de hueso. Además, advirtió al ministerio de que «no nos van a faltar cojones para volver a salir y cortar carreteras de nuevo», porque «hay jóvenes que llevan tres o cuatro años en el sector y ya se están planteando plegar».

EL FUTURO QUE SE ESCAPA

Jóvenes como David, pero también como Oriol, Iván y Pedro, de 22, 23 y 25 años respectivamente, que ayer no veían el futuro por ningún lado. Estos fragatinos trabajan desde el 2014 en sus explotaciones familiares y han visto cómo colegas suyos han dejado sus producciones para trabajar como jornaleros. «No veían futuro en su explotación», comenta Iván Sisó.

La situación es tal, que ayer el secretario general de UAGA, José Manuel Penella, reclamó a Bruselas que declaré el sector «en crisis por perturbación de mercado», algo que está recogido en la PAC y que aliviaría la situación del sector. «Aquí se vive de la fruta», precisó tras recordar que esas producciones arrastran riqueza en la zona.

Y eso lo saben muy bien los alcaldes de las localidades de Ballobar y Zaidín, Esther Saló y Marco Ibarz, que recordaban ayer en la protesta agrícola que en verano, debido a la campaña de la fruta, sus municipios, que suman alrededor de 2.600 habitantes en invierno, llegan a ganar 1.500 personas. «Entre el 75 y el 80% de la población se dedica a la agricultura y la ganadería», ilustraba ayer Ibarz mientras asentía Saló.

COLAS DE 20 KILÓMETROS

Los tres cortes en la A-2, a la altura de Soses, provocaron importantes atascos de 15 kilómetros, aunque los convocantes trataban de aliviar la espera repartiendo fruta gratuitamente. En uno de los vehículos viajaba Francisco Roige. «He sido durante 40 años agricultor y lo dejé porque es una vergüenza y hoy lo sigue siendo», apuntó airado en una crítica abierta a la acción política y del sector de la distribución. «Lo que no es lógico es que no corten más veces la carretera hasta que reviente esto por algún lado», insitió Roige. Hoy se dedica a la hostelería y le va «mucho mejor».