Antes del 2000, Ramón Marrero conocía a la CAI por el equipo de baloncesto, pero a partir de entonces tejió con la entidad un amplio entramado de negocios que le convirtieron en el hombre de la caja en Andalucía. Participó hasta en siete sociedades ligadas a CAI Inmuebles, estuvo presente en "multitud" de viajes con clientes, conoció a Calvera, García Montes, Fernando Gil y lo más granado de la casa y, además, consiguió llevarse un pellizco (1,5 millones) tras zanjar su relación con CAI tras un acuerdo.

Marrero fue el último compareciente en la comisión de CAI y, como no podía ser de otra forma, tampoco se sintió responsable del declive de la caja. "¿Responsable yo? Dios me libre", dijo sorprendido. "Arriesgué mi dinero. Gané o perdí, pero dentro de las prácticas mercantiles y haciendo uso de los códigos de comercio. Del resto, no sé nada", afirmó.

Todo se fraguó en el Puerto de Santa María (Cádiz) a finales de los años 90. "Los representantes de CAI siempre decían que los proyectos inmobiliarios se ponían en marcha con la intención de quedarse y estructurar su expansión a través de préstamos a pequeños empresarios", dijo Marrero. Mientras tanto y hasta que dejó su relación con la caja, las empresas en las que participaba Marrero obtuvieron "beneficios muy relevantes". Pero todo acabó.

"Los intereses de CAI no me interesan lo más mínimo. A mí me interesan mis intereses", dejó claro el exsocio de la entidad en alusión al acuerdo alcanzado. "Si los negociadores lo hicieron mal tendrán que responder ellos", aclaró.

Marrero también reconoció que los directivos disfrutaban de viajes, incluso con familiares, y accedían a pisos en condiciones ventajosas. "Es la forma habitual si así lo acuerdan las sociedades y una práctica de marketing comercial, ¿no?". Y la comisión echó el cierre.