Tanto revuelo por la asimetría defendida por Pasqual Maragall, tantos paños calientes de los gobiernos centrales para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos al margen de dónde residan y ayer, en la histórica primera conferencia de presidentes, quedó consagrada la España asimétrica. No fue que se diera más protagonismo en la reunión a Cataluña, ni que se insistiera en los hechos diferenciales de las comunidades históricas durante las intervenciones privadas de cada presidente. La consagración llegó por la vía de los hechos.

Lleno histórico

Para asimetría evidente, la de que haya una sola mujer entre 19 presidentes. Pero hubo más. En el edificio del Senado, que a lo largo de su historia no había registrado semejante lleno (sólo en periodistas, se contaban más de 500), lograron los organizadores encontrar 19 salas para otras tantas comparecencias de los líderes regionales. El reparto, aseguran en la Moncloa, se hizo en función del interés mediático de cada figura política. De modo que a más interés potencial, se le dio a cada presidente una sala más amplia. Resultado: la de Maragall, la más grande.

La sala para el presidente catalán, en el edificio original del Senado, contaba 40 plazas para la prensa, a la que se había dotado de mesa para tomar cómodamente sus notas. Sólo el lendakari, Juan José Ibarretxe, se aproximaba en prestancia mediática al catalán, con un local para 35 periodistas. Pero situado en el edificio nuevo, más allá del patio y tras un laberinto de pasillos. En una sala histórica, porque en ella el PP anunció que abandonaba la comisión de investigación del caso GAL en 1995.

Y al final, un desperdicio. Tanta sala de prensa para lucirla apenas diez minutos, lo que duraron las comparecencias. El retraso acumulado en la reunión a puerta cerrada apenas dejó tiempo para vender al público la conferencia. Y más cuando sobre sus conciencias pesaba el hecho de estar haciendo esperar al Rey, que aguardó más de una hora para compartir con los líderes autonómicos sopa de marisco y ternera en salsa.

Confortable

Para el trayecto entre el Senado y el Palacio Real, de apenas 200 metros, el Gobierno habilitó un lujoso autocar de 48 plazas. Al volante del Alsa Supra, José, gallego emigrante en Madrid, asumía con serenidad la responsabilidad de conducir a la España plural ante el Monarca. En la espera, bajo la lluvia, mantuvo el motor en marcha y la calefacción encendida. Para que los autonómicos percibieran en el corto trayecto qué amplia y confortable resulta España.