Las apelaciones al consenso que se oyeron en la segunda sesión de investidura dan buena cuenta de lo difícil que se presenta la consecución de acuerdos en la próxima legislatura. Sintagmas como responsabilidad e interés general acudieron -junto a una transversalidad que en Tarazona es sinónimo de memez- al rescate de los diferentes portavoces frente a la amenaza del bloqueo institucional y los vetos cruzados. De hecho, el mínimo común multiplicador del acuerdo entre cinco formaciones tan distintas como PSOE, PAR, Podemos, CHA e IU (Soro dixit) fue precisamente la superación de la aritmética que colocaba a las fuerzas de izquierda en minoría frente a un bloque de derechas en el que la presencia de Vox hizo que se cortara la mayonesa. Ayer en las Cortes esto se tradujo en una asignación de los roles de oposición y gobierno de la que el candidato Lambán y el debutante Pérez Calvo salieron como claros vencedores.

El recurso a una amabilidad no exenta de ironía no distrajo al líder de Ciudadanos del señalamiento de de las contradicciones que se esconden detrás del acuerdo de las bases del cuatripartito. Al contrario, Pérez bajó a la delicada arena del debate sobre la política del agua -una guerra cultural avant la lettre en Aragón- para preguntar cómo se va a conseguir la cuadratura del círculo en temas como el recrecimiento de Yesa, Biscarrués o la reivindicación recurrente de dragar el Ebro para prevenir las riadas. Sabedor de que diablo está en los detalles, el presidente in pectore esquivó esta y otras peticiones emplazando a la publicación de un programa de gobierno con su correspondiente cronograma, tal y como marca la Ley de Transparencia. Con todo, en su réplica se coló algún anuncio como la reformulación del Pacto del Agua para sumar una «fuerza relevante» como Podemos a un consenso made in PAR, aunque sea juntar el agua y el aceite. En este caso, la audacia la puso el portavoz de los aragonesistas, que subió al estrado con una corbata morada para reivindicar sin complejos la paternidad de la criatura. «Sorprenderse es comenzar a entender», indicó Aliaga, a quien se le entendió todo. Hasta en inglés.

Los más desdibujados fueron, del lado gubernamental, CHA y Podemos, con una intervención continuista por parte de Soro y otra profesionalizada por parte de Maru Díaz, a la que fue difícil distinguir de una gestora eficaz. La próxima consejera de Ciencia y Universidad aseguró que la emergencia social que trajo la crisis ha quedado felizmente atrás, liberando a los diputados podemistas para el desempeño de tareas de gobierno.

Con la partida de los sillones ya resuelta, el portavoz del PP emergió el como perdedor neto, quizá de manera injusta. Beamonte aguantó estoicamente los rejones de Lambán y reclamó la superación del cordón sanitario que ha propiciado la llegada de Vox.

Pero todo fue en vano, porque esta fuerza política ahondó en el estallido de los consensos que denunció IU, con una impugnación total del sistema autonómico que está detrás del fracaso de las opciones del bloque conservador.