La convivencia en una calle del barrio Oliver vuelve a ser ejemplo de las dificultades de integración social de los grupos más desfavorecidos. Una protesta impulsada por un colectivo vecinal exige «soluciones» al considerar que las doce familias que okupan un edificio en la calle Eva Duarte generan problemas de ruidos y suciedad. «Es algo insufrible», aseguró la portavoz de Unidos Oliver, Arancha Gracia. Las quejas han llegado incluso al pleno del Ayuntamiento de Zaragoza. «Cuando las cosas no cuestan esfuerzo no se valoran», expresó. Los inquilinos solo hacen frente al pago de la luz.

Las familias que viven en la casa que todavía es propiedad de Bantierra tienen una visión diferente de la situación. «No les hemos dado motivos para tener tanta animadversión», señaló el portavoz del bloque, Iván Sebas. Todos ellos son gitanos y desmienten que el conflicto se deba a una cuestión de civismo. «El odio hace que aprovechen cualquier situación para su beneficio, todo lo ven desde una óptica negativa», afirmó.

La lista de problemas que suman los vecinos de la calle van desde la acumulación de basuras hasta las peleas, los ruidos o las celebraciones ruidosas. «Se dedican a hacernos la vida un infiermo», expresó Gracia. Otros vecinos de la calle consideran que la convivencia es compleja, sobre todo debido a los horarios variables de las familias que okupan el edificio. «Es una situación que se repite en todo el barrio, a veces nos encontramos con familias que no respetan a los demás», matizó David García, un residente en una calle cercana.

BASURAS EN LA ACERA

La Asociación de Promoción Gitana ha ejercido de mediadora en el conflicto. «A veces el comportamiento de una sola persona se extrapola al de toda la comunidad», aseguró el portavoz de la entidad Noé Bautista. Como conocedor del entorno niega algunas de las acusaciones que se han vertido en las últimas semanas, especialmente la de que en el bloque se esté acumulando basura. «Las familias están integradas», insistió. Por eso consideró que muchos de los ataques que están recibiendo tienen «tintes racistas».

Desde la asociación vecinal que ha impulsado el reparto de carteles por toda la calle para lograr el desalojo no comparten esta opinión. Sobre todo al considerar que en una situación de «pobreza crónica» no se pueden tener determinados medios materiales. Además les acusan de realquilar a terceros las viviendas. «El ayuntamiento hace oídos sordos y permite que todo el distrito se convierta en un gueto, no actúan porque no quieren», incidió Gracia, que no confía en la solución que se ha puesto sobre la mesa.

Los propios vecinos del bloque okupado muestran su voluntad de abandonar la calle si se les ofrece una vivienda de alquiler social asequible en otra parte de la ciudad. Según las previsiones iniciales solo tres de las familias actuales se mantendrá en el edificio. «Estamos dispuestos a colaborar, nosotros solo queremos tener una oportunidad», afirmó Fernando Moreno. En su casa no se han hecho modificaciones de la estructura general ni se aprecian grandes lujos a simple vista.

«Somos gitanos que nos integramos, pedimos una educación para nuestros hijos, sabemos respetar y queremos que se nos respete», insisten. Por el momento en el bloque han establecido turnos de limpieza para la escalera que se marcan con un cartel que cuelgan en las puertas.