Hace un mes, la filósofa feminista Judith Butler participó en diversos actos en Barcelona. La activista norteamericana advirtió entonces que los hombres cuentan con «legitimidad» para cometer violencia. Ese supuesto derecho es «una ley no escrita» que se ve cuestionada cuando miles de mujeres salen a la calle; se vuelcan en compartir mensajes contra el machismo o hasta osan denunciar prácticas que victimizan por partida doble, como la publicación de los datos personales de la joven agredida por La manada. Butler alertaba ese día de que cuando esos hombres ven vulnerado ese «derecho no escrito, muy profundo y cultural», se despierta el antifeminismo. Esa sería una explicación posible al alud de reacciones protagonizadas por determinados miembros de sexo masculino que han demostrado el largo camino que queda aún por recorrer.

El caso más reciente y uno de los más flagrantes ha afectado a la víctima de la violación en los Sanfermines del 2016. La revelación de su nombre en medios de comunicación y foros de dudosa reputación como Forocoches o Burbuja.info, documento nacional de identidad incluido, ha despertado todas las alarmas entre los colectivos de mujeres, que se quejan de la tibieza en la reacción de políticos, jueces y policías.

A pesar de que Forocoches se apresuró a sacarse las culpas de encima, no es extraño hallar comentarios en los que las féminas son el blanco de sus mofas, reproches o insultos, lamenta Esther Sancho, militante de un colectivo feminista.

COMPORTAMIENTOS IMPUNES / La abogada deplora que este comportamiento quede impune y, lo peor, que parece que la sociedad no avance en políticas de igualdad, sino más bien lo contrario, se queja.

«El poso machista siempre ha existido y las mujeres sufrimos envites cada día, en forma de micromachismos, pequeños gestos, o hechos más graves como lo ocurrido en Pamplona», analiza Sancho. No obstante, «el uso de las redes sociales ha acentuado más esos ataques, con el agravante de que se esconden en el anonimato», lamenta.

Hartas de esa impunidad, un colectivos de mujeres feministas decidió presentar una denuncia a la Agencia Española de Protección de Datos («para que no se despistaran», ironiza la portavoz) para que investigaran la divulgación de la filiación de la chica, antes de que la Policía Nacional se decidiera a hacerlo. Con esta iniciativa, la organización trataba de poner freno a un alud de acusaciones que ha tenido como guinda la carta de uno de los condenados por la agresión. Así, los ataques contra las mujeres no se han circunscrito al eco de la sentencia de La manada.

En Facebook, Twitter o medios de comunicación son habituales las frases con insultos como «feminazis» o «feminecias» entre otras lindezas. La psicóloga experta en violencia machista Laia Rosich, lo atribuye al hecho de que «se señale, se hable» de la violencia física o verbal contra las mujeres: «Es un ataque a la masculinidad hegemónica que provoca que ellos reaccionen».

La comprobación de que todavía hay trabajo que hacer es que este artículo, en su versión web, probablemente contará con comentarios despectivos hacia las mujeres que un moderador deberá gestionar.