Los municipios de la Ribera Baja del Ebro miran preocupados a la cresta de la crecida del Ebro, que llega hoy a estas poblaciones después de atravesar Zaragoza, donde el nivel y el caudal ya han comenzado a descender, con 5,20 metros de altura y 1.956 metros cúbicos por segundo.

Según datos de las 9.00 horas de hoy de la Confederación Hidrográfica del Ebro, el río está en nivel naranja de aviso en Gelsa, en la Ribera Baja, con 5,41 metros de altura y 2.187 metros cúbicos por segundo.

Debido a la riada está cortada la carretera A-1107 en Pina de Ebro y la A-127 en Gallur.

JORNADA DEL DOMINGO

La punta de la avenida llegó ayer a Zaragoza, pero fueron sobre todo las tierras de cultivo de la Ribera Baja las que sufrieron con mayor intensidad el desbordamiento del río, que se expandió por ambas márgenes tras rebasar o destruir los diques levantados en las orillas. Miles de hectáreas de alfalfa y cereal quedaron sumergidas bajo el agua en las localidades ribereñas, desde El Burgo de Ebro hasta Pina de Ebro, donde sus 2.700 habitantes se preparan por si fuera preciso evacuar la localidad.

De hecho, 33 personas dependientes ya fueron evacuadas ayer a distintas residencias del IASS «de forma preventiva», según explicó la alcaldesa, Marisa Fanlo, que subrayó que «no se ha decidido realizar una evacuación general». Esta medida ya se llevó a cabo hace unos días en Boquiñeni, por el mismo motivo.

Fanlo subrayó que ayer se elevaron las cotas que protegen el casco de Pina tanto por el norte como por el sur, con el fin de evitar la entrada del agua.

«He perdido 30.000 kilos de borraja», lamentó Jesús Tomás, un agricultor de Villafranca de Ebro que posee invernaderos en la zona de huerta que se extiende entre el Ebro y la carretera N-II. «Como es un cultivo que nadie asegura, para mí esto es la ruina, tardaré mucho en recuperarme de esta riada», aseguró.

AGRICULTOR RESCATADO

Las comunicaciones también se vieron afectadas. No solo se cortó la carretera que une Pina de Ebro con la N-232, sino que además Renfe se vio obligada a suspender el tráfico de trenes por la línea férrea de Zaragoza a Caspe en torno al mediodía, debido a que se había encharcado un tramo de vías junto a un paso a nivel sin barreras.

Precisamente en esta zona aguas abajo de Zaragoza fue rescatado ayer por la tripulación de un helicóptero de la Guardia Civil un hombre que había quedado aislado en su propiedad, en el municipio de Fuentes de Ebro. En la intervención tomaron parte también miembros de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas de la Benemérita (GEAS).

Mientras, la Ribera Alta vuelve lentamente a la normalidad tras soportar el pasado sábado el paso del grueso de la crecida, que si bien no entró en los cascos urbanos dejó un rastro de motas destruidas y campos anegados. En esta parte, el río recuperará lentamente su nivel habitual, pero ayer los Bomberos de la Diputación de Zaragoza tuvieron que llevar agua a una granja de terneros de Remolinos y comida a otra de cerdos en el término de Gallur donde hay en torno a mil animales cercados por el cauce ensanchado del Ebro. Con todo, el descenso del nivel del agua permitió reabrir al tráfico rodado el puente de la CP-2 sobre el Ebro, que une Novillas con Pradilla y Tauste.

El foco de la actividad estuvo ayer centrado, además de en la ciudad de Zaragoza, en la localidad de Pina de Ebro, donde se concentró un fuerte dispositivo de protección destinado a reforzar las motas del río y a evacuar a los habitantes en caso de necesidad. Sus componentes realizaron en la mañana de ayer un simulacro de desalojo con el fin de localizar las viviendas donde residen personas enfermas y con problemas de movilidad.

«Somos en total medio centenar de voluntarios», explicó David, un miembro de Protección Civil de la Ribera Baja. «Nuestro papel consistirá en ir de calle en calle avisando a la gente de que es preciso dejar las casas y cada voluntario tiene asignada una calle o zona concreta», añadió.

Sin embargo, no había ayer un ambiente pesimista en Pina. «No creo que la situación sea tan grave como para llegar a una evacuación total», señaló Miguel, un vecino de 61 años que recuerda la riada de 1961. «Entonces nadie se marchó del pueblo pese a que por algunas calles solo se podía pasar en barca», manifestó.

Sobre las 13.00 horas, el nivel del Ebro a su paso por Pina era de 4,9 metros, una altura suficiente para que se hubiera inundado la arboleda que separa las casas de la orilla del río. Curiosamente, los vecinos habían notado que el nivel tendía a bajar en lugar de a subir.

«No sé si al final nos tendrán que evacuar», manifestó Ángel Portolés, un jubilado que se acercó al río para ver la riada. «Esta riada no parece tan fuerte como la de hace tres años», indicó. Muchas personas compartían su punto de vista. El propio consejero de Desarrollo Rural, Joaquín Olona, reconoció que se trata de una crecida caracterizada por su «lentitud», circunstancia que está permitiendo controlarla relativamente.

Claro que este avance más lento no ha impedido que en la Ribera Alta ya hayan quedado destruidas 2.300 hectáreas en las poblaciones de Novillas, Pradilla y Boquiñeni. En la Ribera Baja todavía no se ha hecho una valoración, pero Rafael Abenia, concejal de Agricultura de Quinto, subrayó que las pérdidas serán «muy elevadas». «No se ha limpiado el río y estamos pagando las consecuencias», denunció.

«Los agricultores no tenemos tiempo de recuperarnos, se producen avenidas muy seguidas», explicó. Hasta el punto, manifestó, de que tiempo atrás el Ayuntamiento de Quinto decidió costear la construcción de una mota de ocho kilómetros para proteger la huerta de la localidad.