La imagen clásica del piso compartido, poblado por jóvenes estudiantes que se trasladan a la ciudad para cursar la universidad, cada vez es menos representativa de esta modalidad de alquiler. Así, y aunque este perfil sigue siendo el mayoritario, la degradación de los salarios y otros efectos que trajo consigo la crisis económica han tenido como consecuencia que los inquilinos de viviendas compartidas tenga otras caras y, sobre todo, otras edades. Como muestra, una cifra del Instituto Nacional de Estadística (INE): la edad media de las personas que eligen esta opción se sitúa en España en los 29 años, alejada de la de la del final habitual de los estudios.

Recopilar datos acerca de los alquileres compartidos no resulta nada fácil, puesto que apenas los hay al resultar una práctica ciertamente opaca en muchos casos. No obstante, desde el portal inmobiliario Miaragon.es calculan que el precio del alquiler de una habitación en la capital aragonesa oscila entre los 150 y los 250 euros. Este importe contrasta con el precio medio para arrendar un piso entero de 75 metros cuadrados que arrojaba en octubre el informe de la asociación de consumidores Adicae: entre los 465 y los 502 euros. Una diferencia mínima de 215 euros que, para una economía doméstica maltrecha, puede suponer mucho más que espacio e intimidad.

Para el portal inmobiliario que ha analizado la situación, esta deriva de un impacto «estrictamente económico» y no responde tanto al alza del precio de los alquileres, sino más bien al descenso del nivel de vida desde que la crisis comenzara ya hace más de una década. En el escenario actual, y aunque la situación haya mejorado de unos años a esta parte, el alza de los salarios, todavía lejos de las cifras del 2008, no ha ido en la misma línea que el de los alquileres, aunque Zaragoza no sea una ciudad en la que los arrendamientos se hayan disparado, como por ejemplo Madrid, Barcelona o Mallorca.

Este hecho encaja con el siguiente: Desde Miaragon.es constatan un cambio de perfil del inquilino de habitación en una ciudad en la que los pisos compartidos empiezan a proliferar más allá de la zona universitaria. Uno de ellos, el de aquellas personas que, tras un divorcio, han de seguir pagando la hipoteca de la vivienda que dejan atrás y no pueden afrontar el alquiler de un piso entero. En ese sentido, añaden que es habitual que busquen su nuevo hogar cerca de su antigua casa.

Otro perfil es el de aquellos que, tras comprar un piso, ahora no pueden pagar la vivienda por sí mismos, así que se ven abocados a alquilar estancias a terceros. No son los únicos perfiles que desde este portal han apreciado. Si las personas que se trasladaban a otra ciudad por un primer empleo alquilaban un apartamento para ellos solos, ahora es más habitual que se decanten por una habitación. Todos comparten una idea central: en estos casos ya no alcanza con un sueldo para alquilar en solitario.

Estos cambios en el modelo de inquilino también han creado un escenario en el que algunos han visto una oportunidad de negocio. Desde este portal ponen el caso de personas que compran un inmueble a reformar, invierten en la obra y alquilan las habitaciones a terceros, sin vivir en él.

INVISIBLES

La organización Stop Desahucios también ha constatado un aumento en estos arrendamientos. Así, informan de que han conocido muchos casos de realquileres en la propia vivienda para poder pagar la hipoteca y estiman que el precio de las habitaciones ha subido hasta alcanzar en algunos casos los 300 euros. También señalan que alguna persona en esta situación ha acudido a ellos, debido a las dificultades que atravesaba. Sobre los principales problemas a los que se enfrentan, consideran que comparten rasgos con los desahucios invisibles. «Existen y muchos, cada día más», recalcan. Cabe recordar que el Ayuntamiento de Zaragoza estima, a partir de los datos del 2017, que hubo unos 900 desahucios por alquiler el año pasado.

Todo, en un escenario inmobiliario asimétrico. Según el informe de Tecnocasa sobre el precio de los alquileres en el 2018, la comunidad fue la que experimentó el mayor descenso, del 4,7% y también lidera la lista de las que más bajaron este valor comparado con los precios del 2007, al descender un 41,8%. Sin embargo, Zaragoza es la quinta provincia con mayor alza en el 2018, del 6,5%. Nada que ver con lo que sucede en Huesca, territorio que experimentó la mayor caída de precios en España el año pasado, del 27,3%. Teruel quedó quinta en el ránking, con un descenso del 17,3%. En la misma línea, la capital altoaragonesa registró una bajada del 31% en el precio de los alquileres, la mayor, de nuevo, de todo el país.