En España hay una ministra de Empleo, solo cuatro mujeres con mando entre las empresas que cotizan en el Ibex 35, más mujeres en paro que hombres y una tasa de temporalidad y de trabajo a tiempo parcial femenina a años luz de la de los hombres. La crisis económica, que en sus inicios castigó más a los hombres, vuelve a tener rostro femenino y en unas condiciones de precariedad que empañan el salto social dado por las mujeres en 30 años de democracia.

Desde el comienzo de la crisis, en el 2008, el papel de la mujer ha sido fundamental para salvaguardar la economía doméstica golpeada por la recesión. Se incorporó al mercado laboral desde el trabajo doméstico para aportar a la económica familiar, pero siguió ocupándose de la atención de hijos y mayores.

La mala situación de la economía es lo que llevó a muchas mujeres a dejar el trabajo doméstico, (en torno a 525.000 desde el 2009 hasta hoy, según Adecco, empresa de gestión de recursos humanos), para incorporarse al mercado laboral. De hecho, el crecimiento de la población activa se debe en buena parte a su incorporación al mercado de trabajo. Sin embargo, no estaban en condiciones de exigir un empleo con horarios y sueldos dignos, por lo que la brecha salarial sigue siendo alta y la temporalidad aumenta.

En el 2012, del total del empleo femenino el 24,5% era a tiempo parcial, mientras que el de hombres solo llegaba al 6,6%, según UGT. El 93,4% del empleo masculino es a tiempo completo, mientras que para las mujeres es del 75,5%. Sin embargo, esta fotografía no se corresponde con la formación. Según este sindicato el 42,7% de las mujeres ocupadas tiene formación superior frente al 34% de los hombres, pero ocupan trabajos peor remunerados; y solo un 28% ocupan un alto cargo.

Hace cinco años, la crisis castigó más a los hombres, pero esta tendencia se invirtió hace dos años. Hay más paradas que parados en general en España (2.536.596 mujeres frente a 2.503.626 hombres), según los registros oficiales. Según la EPA, el paro femenino supera en cuatro décimas la tasa de paro en España, que es del 25%. Aragón se comporta de la misma forma: hay 2.100 mujeres más registrados en el paro que hombres.

Aline Masuda, profesora de Eada y coautora del estudio de Icsa sobre la situación de las mujeres en el mercado laboral, asegura que las mujeres "tienen las de perder ya que suelen sacrificar su carrera para poder conciliar trabajo y familia".

La temporalidad no es algo deseado por las mujeres. Con la crisis, ha empeorado la corresponsabilidad en las tareas domésticas y la atención a los mayores, una carga que ha recaído sobre las mujeres. Según la última EPA del cuatro trimestre del 2012, hay 204.500 asalariados con contrato indefinido a tiempo parcial frente 1.100.500 mujeres en la misma condición laboral.

CRÍTICA A LAS EMPRESAS

Esta situación se da tanto en personas cualificadas como en las que no tienen cualificación profesional. En este sentido, Masuda critica la "visión cortoplacista" de las empresas que, ante condiciones iguales, prefieren contratar a hombres ya que temen que las mujeres se queden embarazadas y se acojan a la baja por maternidad, que es un derecho y, en ocasiones, una obligación en términos sanitarios.

La diferente visión de cada sexo sobre las expectativas en el mercado de trabajo se reflejan en un estudio de Linkedin, la red profesional mundial más importante, que destaca que la mayoría de las trabajadoras españolas considera que el éxito profesional se encuentra en el equilibrio adecuado entre vida laboral y personal, y la realización personal es una cuestión que la mayoría antepone al objetivo de ganar un salario alto.

Está en manos de las propias mujeres cambiar esta realidad, según Masuda, que destaca que "son las mujeres las que tienen el techo de cristal" porque a la hora de negociar un contrato en una empresa son más conformistas con el sueldo. Pero no es solo una actitud de las féminas. No hay que olvidar que el mercado laboral, a todos los niveles, está dominado mayoritariamente por hombres, que marcan las reglas.

Se considera que las características de un jefe suelen ser la competitividad, agresividad e imposición con seguridad, o asertividad, que se siguen asociando a lo masculino. Entre esto, el interés de las mujeres por algo más que por el trabajo y las dificultades que la crisis económica pone a la conciliación, en los últimos cinco años se ha reducido la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad.