Ocultos en las estadísticas de desahucios y ejecuciones hipotecarias se esconden, en un porcentaje difícil de cuantificar, las víctimas de diversas presuntas tramas de estafas a cargo de financieras y prestamistas que, aprovechándose de los apuros económicos de los que recurren a ellos, acaban quedándose con su casa. Rafael Pozo, un andorrano de 52 años, fue víctima de uno de estos supuestos engaños, y buceando en internet descubrió que no estaba solo. Por ello fundó, hace cuatro años, la Asociación de Estafados Víctimas de las Financieras (Adevif), que cuenta con unos 60 inscritos por toda España.

Probar cada caso es complicado, y ni el método ni los responsables son siempre los mismos, pero ellos siguen luchando para que se reconozcan sus casos como estafas y los jueces tomen cartas en el asunto. Recaban apoyos a través de la web www.estafadoseindignados.es.

Coincidencias

La asociación cuenta con el asesoramiento del abogado madrileño Fernando Díaz Sanz, que trata de asesorar a todas las víctimas. "Hay una clara coincidencia de testimonios, las historias son similares. Aunque el método de estafa parezca burdo, las realizadas de forma muy hábil, porque rara vez quedan pruebas. Pero han cometido algún error, se les ha escapado algún documento", explica.

El modus operandi común es llevar a las víctimas a contactar con financieras y prestamistas que, en presunta connivencia con notarios o abogados, firman contratos de préstamo que, por una u otra razón --dilación en los plazos, falsificaciones...-- las víctimas no pueden satisfacer. Y acaban perdiendo las casas que han puesto como garantía.

Según explica Díaz, los casos que han estudiado en Aragón son deslabazados, rara vez coinciden los responsables o el método. "En España hay muchos casos atribuidos al empresario Antonio Arroyo Arroyo, pero cuando es un problema individual es muy difícil probarlo, y para reabrir el proceso judicial hay que aportar algo nuevo", lamenta.

En Zaragoza, el letrado Carlos Javier Galán comienza a asumir algunos de estos procesos. "Es un tema sangrante, pero difícil de demostrar", explica.