Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que lo fue prácticamente todo en la política española, fue ayer despedido en el Congreso casi como un expresidente del Gobierno, uno de los pocos cargos que no ocupó. La prueba fue la amplísima representación del poder de las últimas cuatro décadas que acudió al salón de los pasos perdidos para rendirle homenaje, encabezada por los Reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía.

Unos 8.000 ciudadanos pasaron por la Cámara baja para rendir tributo al exvicepresidente del Ejecutivo y exsecretario general del PSOE. Antes de la apertura, su sucesor y actual presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y la presidenta del Congreso, Ana Pastor, ya habían acudido a acompañar a la familia, de la que prácticamente no se separaron en toda la mañana.

Rubalcaba era uno de los pocos nexos de unión entre el PSOE del pasado y el del presente. En el Congreso se encontraron codo con codo miembros del actual Gobierno y dirección del partido con una nutridísima representación de los dos ejecutivos de los que formó parte: el de Felipe González -encabezada por el expresidente y sus segundos, Alfonso Guerra y Narcís Serra- y el de José Luis Rodríguez Zapatero -también con su líder y los exvicepresidentes Pedro Solbes, Elena Salgado y Manuel Chaves-, además de más de dos decenas de exministros de ambos gabinetes. González acertó a resumir el sentir general: se ha ido el político con «más capacidad e inteligencia» de la democracia. «Voy a echar de menos esa conversación de 40 años interrumpida por la muerte», lamentó, echando mano de Gabriel García Márquez.

CLAVE MONÁRQUICA

La presencia de los Reyes eméritos también tuvo una gran carga simbólica. Rubalcaba fue uno de los pocos a quienes Juan Carlos contó su intención de abdicar, una decisión que facilitó al retrasar -con gran desgaste personal- su dimisión como líder socialista para frenar el afloramiento de los sentimientos republicanos en el PSOE en pleno relevo en el trono.

Juan Carlos y Sofía dieron el pésame a su viuda, Pilar Goya, y rindieron tributo al fallecido frente al féretro, que Juan Carlos quiso tocar levemente. Tras santiguarse y permanecer unos minutos en la capilla ardiente, salieron y se encontraron con Felipe González en la puerta del Congreso. La estampa del Rey emérito, el expresidente socialista y Pedro Sánchez recordando a Rubalcaba probablemente fue la imagen de la jornada.

Igualmente significativa resultó la presencia de exministros del PP como Federico Trillo, Pilar del Castillo, Isabel Tocino o Juan Ignacio Zoido. Rubalcaba fue la figura que eligieron los populares para sembrar sombras sobre el 11-M y el fin de ETA o defenderse en los inicios del caso Gürtel. Sin embargo, fuera del foco, reconocían su admiración por su contrincante. También acudieron representantes del PSC (José Montilla, Pere Navarro y Miquel Iceta), PDECat (David Bonvehí, Josep Lluís Cleries y Marta Pascal), Ciudadanos (Albert Rivera), Unidas Podemos, (Irene Montero) y el PNV (Aitor Esteban), así como el primer ministro de Portugal, António Costa, y los cantantes Ana Belén y Víctor Manuel.

Solo se registró un pequeño incidente, cuando un espontáneo soltó unas hojas sobre el ataúd y solicitó hablar con el presidente del Gobierno, la ministra de Defensa o el responsable del CNI. Pedro Sánchez se lo llevó rápida y discretamente. A las dos de la tarde, miembros de la Policía Nacional y la Guardia Civil sacaron el féretro por la solemne puerta de los leones y cientos de ciudadanos despidieron a Rubalcaba con una larga ovación.