Cuatro de los más de 50 trabajadores de Ferpi Transportes y Obras SA que se encargan de los trabajos de explanación son vecinos de Épila. Entre ellos figura Israel, de 23 años. De momento es un simple peón que realiza distintas tareas, pero sus jefes ya le han dicho que puede obtener el carnet de segunda para hacerse conductor. Se trata de manejar los numerosos vehículos que mueven tierras en la zona y allanan el terreno, desde volquetes a motoniveladoras y excavadoras. BonÀrea, dice, se deja sentir mucho en la vida cotidiana de Épila. «Patrocina el equipo local de fútbol en el que estoy yo», afirma. Otro trabajador, Carlos, que es gallego (en la página anterior aparece junto a su vehículo), se encarga de conducir una cuba con una capacidad de 50.000 litros. «Vengo a realizar entre 10 y 12 viajes diarios», explica. El depósito sobre ruedas está dotado de una tubería que aspira el agua subterránea que abunda en la zona y que se utiliza para el riego de una gran finca de frutales que se extiende por las inmediaciones de la parcela en obras. Carlos reconoce que las elevadas temperaturas alcanzadas el pasado mes de julio, que en Épila superaron los 40 grados, complicaron el trabajo en las obras del matadero. Su labor consiste en regar los caminos por los que transitan los pesados camiones que acarrean la tierra que extraen las retroexcavadoras en determinados puntos y que se destina a colmatar y nivelar otras zonas situadas a menor altura.