Es solo un ejemplo pero sirve como clarificador de un sentimiento más o menos generalizado en el sector cultural. «Cada año hay que renegociar las ayudas desde la base y para nosotros es agotador. Cada cuatro años cambian los equipos en las instituciones y siempre ponen a gente a la que hay que explicarle todo…». El que habla es Chema Fernández, representante del sector profesional de promotores de actuaciones en vivo en Aragón, que más allá de las reivindicaciones de ayudas a las instituciones, deja bien claro que esta pandemia ha dejado en evidencia muchas de las carencias del sector. «No hay un plan», señala Alberto Castrillo-Ferrer, miembro de la Plataforma en defensa de las artes escénicas de Zaragoza: «Estamos en la inmediatez porque nos acogotan los pagos a todos pero hay que tener en cuenta que aunque hubiera ido bien todo, seguimos sin plan, cada uno se saca las castañas como buenamente puede».

La consecuencia directa de todo esto es que cuando ha llegado otra crisis (si es que es nueva ya que el sector parece vivir en una permanente), la cultura, cansada ya de esperar, ha decidido movilizarse para reclamar respeto a las instituciones: «No sabemos a dónde vamos… Si algo funcionó bien fue la Red Aragonesa de Espacios Escénicos (RAEE) y la destartalaron, ahora parece que se va a relanzar. ¿Otro ejemplo? El Patronato de las Artes Escénicas y de la Imagen de Zaragoza creó una serie de coproducciones y ayudas al sector que desaparecieron porque supuestamente no había dinero y luego se acaba el año con beneficio. Se están riendo de nosotros», señala con amargura Castrillo-Ferrer.

La Plataforma en defensa de las artes escénica de Zaragoza ha sido una de las más proactivas a la hora de reclamar ayudas a las instituciones. De hecho, el jueves había convocada otra concentración frente al departamento de Cultura del Gobierno de Aragón que finalmente se desconvocó ante el anuncio de una línea de 4 millones de ayudas culturales: «El problema es -prosigue Castrillo-Ferrer- que vemos que otras ciudades están activándose y la nuestra no. Sí hemos visto una respuesta del Gobierno de Aragón pero tienen que tener en cuenta que los tiempos son importantes. Una cosa es anunciar y otra es hacer y situaciones excepcionales exigen medidas excepcionales. Hay que actuar también sobre los tiempos y protocolos, que los interventores se adapten porque parece que solo hay una clase de personas que se pueden adaptar, que son los artistas. Solo pedimos ciertas flexibilidades porque vemos que en otras actividades las hay».

Y esa sensación de falta de igualdad es la que más enerva al sector cultural tal y como reconoce Chema Fernández: «¿Cómo no vamos a defender las medidas, la precaución o entender el miedo? Somos personas. Pero veo centenares de personas en una terraza y qué diferencia hay entre esto y que hubiera un escenario al fondo con un tío cantando. ¿Es algo subversivo?», explica el portavoz de los promotores que no entienden la limitación impuesta al 50% del aforo y sentado para la realización de conciertos: «Entendemos que den miedo los locales cerrados pero es que ahora mismo están abiertos. Lo único que pedimos es que en lugar de que la gente esté sentada, que esté de pie. Aun así entendemos que no puede ser de repente y que tiene que haber un escalonado. Negociémoslo, lo que no puede ser es que no tenemos un horizonte, para qué sirve mi trabajo y nadie nos dice nada», dice Fernández, que alude directamente a la responsabilidad: «Si se abre la mano con la automoción todo el mundo lo entiende pero si lo abren con fiestas populares o conciertos, no, porque eso no da votos. Pues miren, es un sector que mueve mucho más puestos de trabajos que la automoción, hay el doble de personas trabajando en la cultura. Esa es la realidad y que hoy hay miles de trabajadores que no pueden trabajar. Tendrán que buscar una solución».

Y es que si algo le piden directamente a las instituciones es que se trabaje en un plan que no puede ser más que beneficioso para el sector: «Si hay criterio en su confección, puede servir para mucho. Tenemos que mirar a Francia y a Inglaterra y se puede ir muy lejos tutelando con criterio. Luego, los artistas ya nos adaptaremos a los criterios de la época pero habrá un criterio. Tal y como estamos hoy, nadie se atreve a hablar de calidad. Echo de menos un gestor que te diga no apoyo tu obra porque no es tan buena, con causas objetivas, ¿por qué no valoramos el público, los premios…? No hay gente en la administración con criterio, ¿cómo van a tutelar si no saben de lo que hablamos?».

En ese sentido, Ares, que agrupa a un buen número de empresa de artes escénicas de Aragón y que está presidida por María López-Insausti, aboga porque se entiende la importancia del sector: «La cultura como sector económico-empresarial es muy necesaria en la defensa del Estado del Bienestar al que todos aspiramos y sabemos que es parte de la solución y no el problema. Esperamos que la urgencia de la situación y la aplicación inmediata de estas propuestas nos permitan seguir adelante construyendo una sociedad más culta, por tanto más democrática», señala.

El anuncio del Gobierno de Aragón de que publicaría ayudas directas por valor de 4 millones de euros aún tiene que recorrer un camino ya que los plazos en la administración son los que son. Mientras, la cultura sigue reivindicando.