Fue una nueva jornada de fervor popular, tras el baño de masas del día anterior en Zaragoza y Albarracín. Rindiendo honores a sus orígenes monárquicos (aunque lo fueran por otra dinastía), Sos del Rey Católico recibió ayer a bombo y platillo a los Príncipes de Asturias que se empaparon de clamor y monumentalidad, cuesta arriba y cuesta abajo, callejeando, besando y saludando sin parar. Visitaron la iglesia de San Esteban y el Palacio de Sada. Y unas 300 personas, locales y visitantes, les acompañaron en el recorrido por las enrevesadas calles de la villa, desde que abandonaron la habitación que ocupaban desde la noche anterior en el parador, sobre las 11.30, hasta que se marcharon de la ciudad, poco más de una hora después, rumbo a Olite, San Sebastián y Gijón.

La salida del Príncipe y Letizia a las calles tuvo lugar unos 90 minutos más tarde de lo previsto. Pero mucho antes, sobre las 9.30 horas de la mañana, algunos tomaban engalanados su puesto en la plaza del ayuntamiento, o frente al parador. En el interior, y tras pedir en la habitación la prensa por duplicado, nacional y regional, los recién casados apuraban el desayuno en el buffet libre del hotel, como dos turistas más.

Por fin, pusieron pie en la calle. Ella, con falda, zapato plano y un aspecto más formal que el día anterior. El, muy de sport y cámara en ristre, cruzada al estilo turista. En la puerta del parador recogieron los primeros presentes, como un Abc añejo con Alfonso XIII en portada, y fueron fotografiados por los curiosos (ya que la prensa fue desplazada por la seguridad de la Casa Real).

Niños y jubilados corearon a la pareja en un día en el que nadie trabajó ni hizo otra cosa que ver a los recién casados. Y con el primer paso de Letizia (que precedió al Príncipe en la parte del trayecto), la villa al completo se hizo un manojo de nervios, con multitud de niños corriendo cuesta arriba y cuesta abajo anunciando, como los antiguos pregoneros, la llegada de los reales invitados. La primera parada fue en la iglesia de San Esteban, en cuya pila del siglo VIII (y de la que la Reina tiene una réplica) fue bautizado Fernando de Aragón. El párroco, Máximo Garcés, se mostró encantado de esta primera visita de Letizia, segunda para el Príncipe, que ya acudió a Sos en el año 2000, aconsejado por su madre sobre la belleza de la villa.

Subieron la escalinata y accedieron a la torre, saludando entre almena y almena, como si recordaran una escena medieval. Y, después, la pareja partió rumbo a la plaza del ayuntamiento, donde les esperaban las fuerzas vivas y la corporación municipal, ante la cual (y en respuesta a la prensa) Letizia aseguró que la villa le parecía "preciosa".

El recorrido hizo pasar a los recién casados por algunos de los siete arcos de la localidad (evitando estratégicamente el de Uncastillo, conocido como de los cuernos , según apuntó la sabiduría popular). Y, después, llegó al Palacio de Sada, donde Julio Conde, coordinador del Territorio Museo, les guió en una rápida visita.

Según explicó, la pareja se mostró "muy interesada por la historia de Sos, por los documentos sobre el Compromiso de Caspe" y por los que se guardan sobre los Trastámara. Y tampoco allí se fue la pareja de vacío, ya que Conde obsequió a los Príncipes con libros y unas veinte camisetas con las coronas del Palacio de Sada, "para la familia de Madrid y para la de Asturias". Minutos después, la pareja dejaba atrás la villa y dos días de baño de multitudes en Aragón. Como recordó el propio alcalde, Vicente Manero, hace cuatro años le dijo al Príncipe: "A ver si la próxima vez viene usted con esposa". Ayer, las mujeres lanzaban otro órdago a la pareja: "Esperemos que la próxima nos visiten con niños".