En la época no tan lejana pero ya casi olvidada de las grandes mayorías parlamentarias, era imprescindible acabar el año con los presupuestos del siguiente aprobados. Eso resulta ya quimérico y se puede vender como un logro que la izquierda aragonesa haya alcanzado un acuerdo para que, al menos, se puedan tramitar durante el primer mes en el que deberían ya ejecutarse, enero. Un logro que, sin embargo, está a expensas de la futura negociación entre Podemos y PSOE para que los primeros den su visto bueno. Casi seguro que lo darán, pero faltan flecos que amenizarán la plácida actualidad política diaria. Entre ellos, y tal y como consta en el acuerdo firmado entre ambas formaciones, un pacto para encontrar un responsable de la radiotelevisión aragonesa y revisar su modelo. Otro, candente y polémico, el ICA y la depuración de las aguas. Podemos arrancó con energía contra él, y es uno de sus caballos de batalla, pero ahora no parece tener prisa en impulsar la comisión de investigación que esta formación planteó. Aun así, el debate estará encima de la mesa, junto con otros aspectos que tendrán que hablarse mientras la oposición insiste en las dos líneas argumentales en las que ha basado su rechazo a estos presupuestos y en los que van a cimentar su estrategia electoral (quedan 16 meses para las próximas elecciones pero los periodos de campaña cada vez se acortan más). Por un lado, lo que consideran una excesiva presión fiscal y por otro, que no se podrán ejecutar muchas partidas .

En este punto tal vez tengan razón, pero no está de más recordar que mientras se exige, como no cabe otra, premura al Gobierno autonómico a elaborar sus presupuestos, el Gobierno central parece no tener prisa en aprobar los estatales, sin que además nadie levante la voz. En tiempos donde casi no hay capacidad de sorpresa, parece hasta normal que un Gobierno con el único apoyo del PNV mire para otro lado. A pesar de que ello ponga en riesgo la llegada a Aragón de casi 150 millones.