Empieza a ser tan tradicional como la Semana Santa oír suspiros, lamentos y reproches entre muchos ciudadanos, periodistas e incluso políticos que demonizan las campañas electorales. Sigue siendo esnob y recurrente acusar a los candidatos y los partidos de que no hablan de lo importante, de que no hay manera de saber qué piensan de lo que realmente interesa a los ciudadanos, de que apenas hay mensajes de interés y clarificadores para decidir el sentido del voto cuando se acude a las urnas.

Por fortuna, los candidatos en Aragón están empleando un tono moderado, un perfil discreto en el que están lanzando muchos mensajes de los que se les acusa que obvian. Las comparaciones obscenas, los mensajes groseros, las ocurrencias, las campañas ofensivas se lanzan desde Madrid por los candidatos mediáticos. El hooliganismo se está dejando, por el momento, para el vertedero tuitero. Es deseable que el buen tono en Aragón dure los diez días que restan de campaña, y que continúe en la que llegará de forma consecutiva. También es cierto que este deseo puede fracasar en cualquier momento.

De momento, y salvo tímidas excepciones, no está habiendo alusiones personales. Los principales reproches son los que marca de forma obligada el argumentario oficial de cada partido. Pero aquí apenas se estiran esos argumentarios más allá de lo que resulta lógico que se haga en campaña.

De este modo, los partidos en Aragón han esbozado ya en los cuatro primeros días cuestiones vitales: han hablado de empleo, de pensiones, de despoblación, de autogobierno, de la estructura territorial... Y nunca antes había habido tantos medios informativos para recabar propuestas y mensajes. Nunca antes había habido tantos canales de comunicación para que quien quiera pueda informarse y conocer lo que cada formación piensa y quiere poner en práctica si gobierna. Es todo cuestión de elegir y tener interés.

En un momento en el que hay más opciones políticas que nunca, con una derecha que por primera vez en mucho tiempo tiene hasta tres opciones con posibilidad de obtener una considerable representación parlamentaria y con un elevado número de indecisos todavía, la campaña puede mover todavía más votos de lo que habitualmente se piensa. De hecho, en cada una de las tres provincias aragonesas hay un escaño con propietario incierto.

Quienes se están tomando esta campaña con una intensa actividad son los líderes territoriales del PSOE y del PP. Tanto Javier Lambán como Luis María Beamonte, respectivamente, están acelerando en pretemporada, preludio de su auténtica liga, en la que ambos se juegan mucho, y que empezará el 9 de mayo. No solo se juegan nada más y nada menos que la Presidencia de Aragón, sino que también deben superar la reválida en su propio partido. Ambos están empujando para que sus respectivas formaciones obtengan los mejores resultados en las generales.

Distinta es la situación en Unidas Podemos, cuyo candidato por la provincia de Zaragoza es además una de las voces más destacadas a nivel nacional de la formación que dirige Pablo Iglesias. Por este motivo, Pablo Echenique se desdobla para lanzar contenido para los medios locales y ser altavoz de los nacionales. Esto va a propiciar que cada vez espacie más su presencia en territorio aragonés, ya que también tiene una intensa agenda en el resto del Estado. La mala relación entre IU y Podemos, que confluye para el Congreso pero no para las Cortes, hace que los responsables autonómicos vayan por libre.

En cuanto a Ciudadanos, es tal vez el partido más presidencialista de todos, con un culto absoluto al líder, Albert Rivera, liderazgo cada vez más compartido con Inés Arrimadas. El candidato autonómico está teniendo un protagonismo más secundario en el fragor diario de la campaña local.