El Ayuntamiento de Zaragoza afronta un 2017 decisivo, con un Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) que necesita salir del escenario de «bloqueo», según ellos, o «parálisis», según el resto de partidos, al que le ha llevado su minoría en el pleno. Si no se da cuenta de que nueve concejales son insuficientes para sacar adelante decisiones de envergadura, seguirá sufriendo como hasta ahora y con el agravante de que los proyectos que no impulse este año difícilmente podrá verlos realizados al final de legislatura.

Por eso ha incluido en el presupuesto muchas pistas de por dónde van sus planes, sobre todo en materia de Urbanismo. Mercado Central, ampliación de la Terminal Marítima, llevar el Bizi a todos los distritos, crear una red de carriles bici más extensa, elaborar el proyecto de la línea 2 del tranvía... Son novedades en Zaragoza, heredadas de un pasado con más ideas y menos voluntad o valentía, y algunas de nuevo cuño pero menos deslumbrantes. Porque el modelo de ciudad de las pequeñas cosas que ayudan a la gente es lo que tiene, que lo vive y lo siente a quien le coge cerca de casa.

VIVIENDA

Por eso lo más visible de la gestión de ZeC que se espera este año está relacionado con Vivienda. Pontoneros, los pisos tutelados de Las Fuentes, más captación de pisos vacíos, más housing first... Solo le falta impulsar la construcción en formato cooperativa, cediendo suelo público para ofrecer alquileres baratos de acceso para los más jóvenes o las personas con menos recursos. La emergencia habitacional, la energética y la pobreza infantil sigue estando en el imaginario de los zaragozanos como necesidades a atender y es donde más luce ZeC. Pero los vecinos también tienen memoria y recuerdan que se hablaba en mayo del 2015 de lograr 5.000 viviendas, exigir las que los bancos tienen vacías y promover nuevas. Objetivo más que difícil.

El 2017 es clave para ZeC en lo orgánico y en lo institucional. Empezando por su relación con el PSOE, en el consistorio y en el edificio Pignatelli. Hoy, el alcalde Pedro Santisteve está muy lejos de entenderse con el presidente de Aragón, Javier Lambán, aunque este al menos le ha dado más respiro con el presupuesto que el que está recibiendo él de Podemos en las Cortes.

Santisteve sabe que si entre ellos no hay entendimiento, Zaragoza sufrirá. Ya lo está haciendo. Ni cobra la deuda del tranvía, ni tiene a la vista ley de capitalidad, ni salda su deuda tributaria, ni impulsa las obras de la segunda fase del sellado del vertedero de Torrecilla de Valmadrid. Y, si solo fuera eso, aún sería más de lo mismo. Pero tiene más que perder en el futuro, por ejemplo en los apoyos para la futura línea 2 del tranvía. Imposible conseguir financiación si, por ejemplo, sigue el bloqueo para que el Ejecutivo aragonés cobre el Impuesto sobre la Contaminación de las Aguas (ICA). De hecho, por cosas como esta, ambas están más cerca de ir a los tribunales que de hacerse la foto. Y el 2017 no puede ser otro año en balde.

En la gestión, uno de los asuntos más destacados es la municipalización del servicio de mantenimiento de parques, uno de los contratos gordos. Son 18 millones al año, un ahorro en entredicho y una subrogación que se antoja más problemática.

Con el outlet de Pikolín y Averly ya fuera del debate político, solo La Romareda podría seguir dando quebraderos de cabeza al Gobierno municipal. También es un año clave para la participación: poner en manos de los ciudadanos 5 millones de euros del presupuesto puede elevar su popularidad o disparar la temeridad de la que la oposición acusa a ZeC tras procesos como la consulta del tranvía, en la que el éxito o el fracaso se mide en dígitos, los que marcan el número de ciudadanos que se decidan a votar. No es lo mismo que menos del 1% de la población decida el trazado de una línea 2 que ya veremos si se hará que a qué se dedica el dinero de los impuestos de todos.

Con la negociación por la estabilidad ya olvidada, le toca el debate de puertas para dentro. Ahí cobrará importancia lo que decida IU en primavera sobre la confluencia. Porque ZeC se mueve entre rumores sobre que Podemos prepara candidatura propia para el 2019 y voces que apuntan a que IU debería coger las riendas de un partido que la formación morada usa solo cuando le interesa. Y el 2018 es ya año lanzadera de candidaturas.