El desconcierto ha estado presente en la sociedad desde el inicio de la pandemia, pero ayer, los vecinos de Utebo y de Casetas se encontraban mucho más perdidos que en cualquier otro momento. No es para menos. Las medidas tomadas el miércoles les afectan a unos sí y a otros no, a pesar de encontrarse a apenas una línea imaginaria de separación.

Casetas, al tratarse de un barrio de Zaragoza, se encuentra confinado perimetralmente y, por lo tanto, los vecinos de dicha localidad sí que pueden ir a Zaragoza pero no a Utebo, por ejemplo.

Por su parte, los vecinos de Utebo no se han visto afectados por dichas restricciones directamente, pero sí indirectamente debido a que son muchas las actividades esenciales y no esenciales que unos y otros realizan en la localidad vecina, separada tan solo por un cartel y que ayer no contaba con ningún tipo de control policial. Una posibilidad que preocupaba a Priscila, residente en Malpica, perteneciente a Utebo. Contaba cómo apenas una hora antes había pasado a Casetas a hacer la compra al supermercado y consideraba que era «imposible» no pasar a este barrio zaragozano en su día a día. «Si ponen un control está claro que no pasaremos pero tienen que pensar que nos perjudican si nos hacen ir al centro de Utebo a hacer las cosas», manifestó.

Gloria es otras de las utebanas afectadas debido a que ayer por la mañana ya la avisaron que no podía acudir al centro cívico a sus clases de baile debido a que se encuentra en Casetas. «Utebo y Casetas están a un paso por lo que no veo bien que no podamos pasar», explicó molesta.

AL OTRO LADO

Al cruzar la línea que separa Utebo de Casetas se encuentra la tienda de ropa de Ana y Cristina, quienes cuentan que «las medidas están tomadas» y la única solución posible para aquellos clientes de Utebo es «mandarlo por correo e intentar hacer la venta online». A pesar de estas facilidades que van a intentar imponer, aseguran que no se van a «echar tierra» a su propio tejado y que no iban a decirle a nadie que no puede entrar «si sabemos que vive en otro sitio».

Ante la cercanía entre ambas localidades y una posible infracción de la ley, Cristina cuenta que ya ha tenido clientas que tenían que haber ido a por cosas y que la han llamado avisando que no podían acudir por eso de respetar las recomendaciones.

Ana vive en Utebo y para acudir a trabajar ha tenido que pedir un justificante pero cuenta que su madre, residente también en su misma zona, ha cancelado una cita con la esteticista porque está en Casetas. «Se lo habíamos regalado por su cumpleaños pero he decidido cancelarlo porque ella no podía salir de Utebo para entrar en Casetas». Una actuación muy responsable por su parte pero que asegura que se trata «de una faena para la chica que ya sabía que hoy tenía esa cita porque, tal y como están las cosas, no andamos como para cancelar», explicó.

Cristina, por su parte, hace hincapié en que considera que es «necesario que estando tan cerca piensen un poco por el bien común y sobre todo en los comercios de proximidad».