La sucesión de accidentes que se está produciendo en el arbolado de Zaragoza en los últimos días, con el desplome de ejemplares de gran porte en parques y vías públicas, está acrecentando las tensiones entre el ayuntamiento, o más bien el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC), y la contrata que los mantiene y conserva para Parques y Jardines, que no es otra que la multinacional FCC. Un clima de crispación constante desde el 2015 que va en aumento y que se agravó ayer con la caída de tres nuevos árboles de gran porte, dos de ellos en el Parque Grande, donde el pasado domingo se había caído un pino carrasco de más de 20 metros en el jardín botánico y hubo que talar otro que se inclinó demasiado junto al puente de los Cantautores.

En solo 24 horas, cinco ejemplares afectados. Los dos citados anteriormente y, en la noche del domingo al lunes, otros tres más: uno en el paseo Colón, junto al Canal Imperial a la altura del hospital San Juan de Dios; y dos más en el Parque Grande, un platanero en el paseo de los Bearneses y un ailanto (de menor tamaño que los anteriores) cercano al Museo de Etnología, en el paseo que discurre en paralelo al río Huerva.

NUEVE CASOS EN 15 DÍAS // Y echando la vista atrás, desde el que la semana pasada hirió a una persona al desplomarse en Camino de las Torres, otro ese mismo día en Margarita Xirgú, en el Actur; otro ejemplar, esta vez un populus, en el parque José Antonio Labordeta; y el que se desplomó hace dos semanas sobre un taxi en la plaza Salamero, son ya nueve ejemplares desplomados, uno talado por riesgo de caída y, sobre todo, una persona herida (aunque fue dada de alta en el hospital la semana pasada).

Por el viento, la climatología adversa... ¿Solo por eso? Lo cierto es que no. Al menos eso es en lo único en lo que ambos, consistorio y contrata, coinciden. Para el responsable de Servicios Públicos y Personal, Alberto Cubero, lo ocurrido es achacable al retraso, «desde el 2014», que acumula FCC en facilitar un inventario que permita a los 14 inspectores, realizar una exhaustiva labor de control que hoy sigue haciéndose de forma visual y «que hubiéramos conocido mejor el estado y el peligro» de los árboles caídos.

Para la empresa, la «falta de flexibilidad» del edil de ZeC, que desde que tomó posesión del cargo no concede ni un euro más de lo consignado en el presupuesto a la poda del arbolado de grandes dimensiones en la ciudad, en un contrato que redujo el gasto en el actual contrato «en un 30%» y con una partida que «se agota en mayo o junio». «El año pasado remitimos un escrito al área advirtiendo de que el dinero previsto para la poda se había agotado pero aún había árboles de gran porte que podar. Zaragoza estuvo seis meses sin realizar estos trabajos porque se dio orden de no aumentar la partida», explicaron. Ni qué decir tiene, añadieron, de lo que en el 2015 suponía el refuerzo que se contrataba para hacer un saneado de las copas de los árboles y que Cubero suprimió nada más entrar.

Así, respecto al pino carrasco desplomado en el jardín botánico, un informe del servicio de Parques explicó que este ejemplar de «más de 20 años» de antigüedad, dijo Cubero y con un perímetro de 210 centímetros, «se ha observado una espiralización radicular en las raíces» por «prácticas de cultivo inadecuadas» que «limita su anclaje y su estabilidad, llegando a producir el vuelco por estrangulamiento». Un problema que se da «de forma aleatoria» en pinos, sin que haya síntomas externos que permitan su detección.