Uno de los daños colaterales de la despoblación en España es la masculinización del territorio, síntoma de la falta de igualdad de oportunidades de las mujeres en el medio rural, de forma que la población femenina se concentra cada vez más en un número muy reducido de áreas.

Aunque hay casi un millón más de mujeres que de hombres en España, los procesos de despoblación, sobre todo en el medio rural, propician la extensión de la masculinización del territorio y hacen que la población femenina, formada y en edad laboral, se condense en determinadas zonas para desarrollar sus proyectos personales, familiares y profesionales.

Así lo revela el estudio La despoblación en España: un análisis de la situación, presentado ayer en el marco del Foro de las Autonomías. El informe constata que la primera característica del proceso de despoblación en España es que se está produciendo en un contexto generalizado de crecimiento demográfico en el país. Y también que ha dejado de ser un proceso vinculado únicamente a las áreas rurales para convertirse en un fenómeno mucho más generalizado, que afecta también a las cabeceras comarcales e incluso a las ciudades pequeñas e intermedias y a las capitales de provincia.

Si casi nueve de cada diez municipios menores de 1.000 habitantes están perdiendo población desde 2011, el estudio considera que también es «muy significativo» que lo hagan casi el 80% de los municipios rurales de hasta 5.000 habitantes, el 12,7% de las cabeceras y el 63% (casi dos tercios) de las ciudades de entre 20.000 y 50.000 habitantes.

El crecimiento vegetativo y la dinámica externa (los movimientos migratorios) son los dos factores principales de la despoblación en cualquier territorio y, en la última década, una proporción mayoritaria de municipios españoles registra un crecimiento vegetativo negativo, vinculado a la caída de la natalidad y, sobre todo, al efecto del envejecimiento.

Respecto a los movimientos migratorios, la evolución demográfica del siglo XXI está directamente relacionada en España con la llegada de población extranjera desde inicios del siglo, que se interrumpe por la crisis en torno a 2010-2012. Así, en apenas una década, se suman 5 millones de residentes, pero, a pesar de ello, buena parte del territorio ha perdido población, lo que se debe a la conjunción de esos dos factores.

Otra parte del informe, realizado por Ignacio Molina de la Torre, profesor de la Universidad de Valladolid, alerta de que las zonas en riesgo demográfico están perdiendo población adulta joven y, en mayor medida, mujeres, de forma que al saldo negativo directo se suma la caída demográfica.