LOS REGALOS: Los zaragozanos ofrecieron a la pareja todo tipo de presentes, desde una colección completa de medidas de la Virgen de colores varios a un cachirulo, estampas e incluso algún retrato de Letizia Ortiz realizado por los más pequeños. El Príncipe no pudo evitar que alguna devota de la monarquía le introdujera en el bolsillo de la camisa una postal. Los regalos fueron de lo más variado. Incluso hubo quien intentó en vano ofrecerles el número de la revista Lecturas en el que aparecían los Reyes recién casados (y que se vendía en su época por cinco pesetas).POR SORPRESA: El viaje inesperado provocó un cierto desconcierto. Ni siquiera el cabildo sabía la hora a la que llegaría la pareja al Pilar. Y hubo numerosos rumores sobre cuál sería el siguiente destino. Las multitudes (y parte de la prensa) se agolparon en La Seo, en el Gran Hotel y, sobre todo, ante las puertas del Palafox. Los responsables del establecimiento llegaron incluso a preparar una suite

por si los Príncipes aparecían por la puerta.LAS QUEJAS: Tan inesperado fue el viaje, que ni siquiera la corporación municipal estaba preparada para una recepción, que improvisaron el alcalde Belloch y los ediles presentes (un teniente de alcalde y diez concejales del PP). Sin embargo, algunos compañeros del ayuntamiento se sintieron molestos por no haber sido avisados del saluda al Príncipe y la invitación que se le lanzó (y que él declinó) para entrar en el consistorio. Manuel Lorenzo Blasco, del PAR, remitirá hoy una carta de protesta al alcalde por este hecho.