Las horas que discurrieron entre la mañana y la noche del sábado fueron decisivas para que cuajase el vuelco electoral. Cuando se hizo evidente que los atentados de Madrid habían sido obra de fundamentalistas musulmanes y se vino abajo la maniobra gubernamental de adjudicar la matanza a ETA, al Gobierno se le fue la situación de las manos. Las manifestaciones de miles de personas (en su mayoría jóvenes) que reclamaban explicaciones ante las sedes del PP acabaron de apuntillar la táctica diseñada desde Moncloa. Los españoles estaban hartos de ser manipulados.