No pudieron contener las lágrimas. Tampoco la indignación tras escuchar al exministro y diputado del PP por Alicante, Federico Trillo, decir que "había hecho lo que tenía que hacer" y que nadie le podía pedir la dimisión. Y al terminar el debate estallaron y le tildaron de "sinvergüenza".

Unos 20 familiares de los 62 militares fallecidos acudieron a primera hora de ayer al pleno del Congreso para asistir al debate. Ocuparon la tribuna de invitados y soportaron impasibles las cuatro horas y media de sesión. Algunos de ellos aplaudieron la intervención del ministro José Bono. Otros confesaron que les hubiera gustado aplaudir también la de Gaspar Llamazares, el líder de IU que propuso la creación de una comisión de investigación y la materializará en la primera proposición no de ley del cupo de su grupo. Pero enseguida un ujier les advirtió de que estaba prohibido aplaudir. Sólo uno de ellos, una señora, aplaudió la intervención de Zaplana.

Habló Trillo

Los familiares cumplieron la advertencia a rajatabla. Su semblante serio se relajaba cuando Josep Maldonado, de CiU; Joan Puig, de ERC y José Antonio Labordeta, de CHA, les dedicaban palabras de reconocimiento por su sufrimiento y por la incesante búsqueda de la verdad, que como dijo el propio Bono, "no puede ser enterrada". Algunos apretaron las mandíbulas cuando, desde su escaño, Trillo volvió a proclamar que ni él ni la dirección política de Defensa tomaron la decisión de contratar el avión ni tuvo constancia de las quejas sobre el estado de los aviones ni conoció los errores en la identificación de los cadáveres.

La afirmación de Trillo de que había hecho "lo que debía hacer" y su negación de la orden de repatriar cuanto antes los cadáveres no provocó la menor protesta de las familias, convencidas de lo contrario. Pero cuando concluyó la sesión y los diputados abandonaban el hemiciclo, no pudieron más y tildaron de "mentiroso" al exministro y le espetaron: "Usted es una vergüenza para la democracia". Varios diputados del PP les conminaron a callar.

Los familiares abandonaron el Congreso por la puerta trasera, y acudieron a la entrada principal. Algunos, al reconocer a Zaplana, que salía en ese momento, le gritaron "sinvergüenza". Otros, con lágrimas en los ojos, aguardaron a Bono y se abrazaron a él. El ministro, emocionado, recibía las muestras de gratitud sin encontrar palabras para expresarse.

Los familiares insistieron en que Trillo debe dimitir y agradecieron "la elegancia de Bono por no hablar de política".