El acuerdo entre General Motors y PSA en relación con Opel es la tercera fase de la relación entre la firma norteamericana y el grupo francés. El éxito de este tercer intento ha tenido como protagonistas a dos directivos de peso que cogieron las riendas de ambas compañías recientemente. El portugués Carlos Tavares, que dejó Renault para dar el salto a PSA, y Mary Barra, una antigua becaria de GM que fue ascendiendo en Detroit, han sido piezas clave.

«Mi portuñol no es muy correcto, por lo que me permitirán que responda en francés», dijo ayer Tavares, haciendo gala de su origen portugués, cuando fue preguntado en París por el futuro de los trabajadores de España. El presidente de PSA asumió el reto de reflotar Peugeot Citroën en un momento muy difícil, justo después de que GM decidiera vender su participación del 7% en la compañía en la que la familia Peugeot mantenía la mayoría del capital. Tavares acababa de salir dando un portazo de Renault, donde trabajó 32 años y del que fue defenestrado como vicepresidente cuando dijo que quería suceder a Carlos Ghosn al frente de la compañía.

Una de sus primeras acciones al llegar al grupo francés PSA fue sentar las bases de un acuerdo con General Motors para desarrollar varios modelos conjuntamente que aún se está implementando. Esa buena relación, junto con la decisión expeditiva de Mary Barra de desprenderse de Opel ante la persistencia de sus pérdidas, han actuado como desencadenantes del acuerdo de venta entre ambos gigantes.