El reto del cubo helado lo concibieron dos jóvenes pacientes, Patrick Quinn y Pete Frates, que se habían conocido a través de la red y que fueron desarrollando una relación de amistad cada vez que el primero viajaba a Boston, donde reside el segundo, desde el estado de Nueva York para tratarse de la enfermedad. Se trataba de convertir la idea excéntrica del remojón helado, que ya habían puesto en práctica algunos famosos televisivos, en un fenómeno viral con capacidad para recaudar dinero. Frates, que fue jugador de béisbol en la universidad, ya no puede hablar, caminar o mover los brazos, pero ello no le impidió con posterioridad participar en su propio reto. Luego, la implicación de docenas de celebridades y anónimos no solo ha sido un éxito en términos de visibilidad, sino que también se ha logrado más donantes.