La educación afectivo-sexual es clave para evitar que las nuevas generaciones cometan los mismos errores: discriminar. Y hay trabajo por hacer porque los estereotipos propios del mundo televisivo siguen haciendo mucho daño entre los escolares.

Alex Sierra trabaja como técnico atención social en el colectivos Somos y da charlas sobre la diversidad afectivo-sexual en colegios - sobre todo «públicos», matiza-. «Les hablamos de todas las realidades que existen o que se conocen», comenta. Suelen ir a clases de Secundaria donde están familiarizados con la parte LGBT, pero no tanto con la transexual, «donde ser pierden porque tienen una visión muy sexista». Según Sierra, se imaginan que se trata de personas que se han operado para cambiarse de sexo, cuando no suele ser lo habitual, explica.

«Siguen teniendo prejuicios. Asocian a los homosexuales con el VIH y tienen muy estereotipados a los trans, influenciados sobre todo por la televisión», añade.

También caen en el error de confundir la expresión corporal, de manera que encasillan como gays a aquellos hombres con más pluma o una expresión femenina y como lesbianas a las chicas más masculinas. O que simplemente les gusta el fútbol.

Sierra tiene muy claro que «la discriminación se aprende en casa» y un claro ejemplo de ello son las aulas, donde los homosexuales o trans acaban apartados o apenas tienen amigos. «Muchas veces son los propios centros los que nos llaman porque se encuentran con un caso y no saben cómo actuar», explica. Es por este motivo por lo que desde Somos consideran que el profesorado tendría que formarse para poder dar un enfoque de diversidad afectivo-sexual en sus clases. En los libros de texto se tendría que hacer lo mismo y deberían incluir todos los modelos de familia y la diversidad de género. «¿Por qué en un problema de mates no puede haber dos padres o dos madres?», cuestiona. Y es que en los libros no se ha dado el paso de romper con los roles sociales y siguen utiluzando siempre de ejemplo a un hombre felizmente junto a una mujer, que se presupone que es su esposa y madre de sus hijos.

En el colegio los chavales se forman y es vital que comprendan que son iguales al resto aunque no cumplan con estos roles. «Ahora hay más visibilidad pero aún así cuesta salir del armario», asegura Sierra, por el miedo al rechazo familiar y social. Según explica, cuando más avanza una persona más complicado le resulta hacerlo. «Se presupone que cuando más mayor eres más maduro y adulto eres para tomar estas decisiones, pero también acaba resultando más complicado porque has dado una imagen de ti que no es real pero que es la que conoce la gente y cambiarla es algo que cuesta», explica.

Por ello, siempre tratan de inyectar seguridad y autoestima a aquellos que acuden para sentirse protegidos o ser asesorados.