Ejea empieza hoy un segundo plazo de confinamiento frente al coronavirus, este ceñido a todo el municipio, en medio de grandes dificultades para controlar todos los accesos y con fuertes daños al comercio y la hostelería al ser privados de toda la clientela procedente de su zona de influencia.

El nuevo encierro de ámbito local es consecuencia de un alarmante aumento de positivos en las Cinco Villas a raíz de la celebración de las no fiestas de Ejea, en las que hubo aglomeraciones, botellones, reuniones de peñas y otros comportamientos irresponsables.

«El término de Ejea es muy extenso, más de 600 kilómetros cuadrados, y cuenta con nueve accesos», explica la alcaldesa de la ciudad, Teresa Ladrero, visiblemente preocupada por el negativo efecto del rebrote de covid tanto en la salud de los habitantes como en la economía local.

Ante esta situación, la Delegación del Gobierno ha decidido instalar controles en seis de las carreteras que entran en el municipio, mientras que otras tres, de carácter secundario, han sido cerradas al tráfico. Ayer había controles aleatorios en la A-127, a unos 15 kilómetros del núcleo urbano, en el desvío de Biota, así como en la carretera de Tauste y Zaragoza. No los había, sin embargo, en la A-125, que conduce a la capital de Aragón por Erla, ni tampoco en el polígono de Valdeferrín, en la ruta hacia Tudela. Este último, sin embargo, se montó más alejado de la zona urbana, junto al barrio rural de Valareña.

El despliegue ha debido de ser gradual, con la incorporación de controles a la mayoría de las carreteras que confluyen en Ejea, entre ellas la A-1204, en la zona de Farasdués. «Por la tarde han levantado dos puestos más, a eso de las cinco o así», comentó un hostelero. La porosidad de la red de dispositivos no hace imposible colarse.

Menos movimiento

Con todo, pese a que no sea demasiado complicado entrar en la ciudad sin salvoconducto, Ejea ha amanecido hoy con «un poco» menos de actividad que de ordinario, según aseguraron esta mañana comerciantes y hosteleros, que se enfrentan a una segunda crisis económica tras la desatada en marzo pasado con el confinamiento absoluto que se impuso en toda España.

La capital de las Cinco Villas vive en no escasa medida de las visitas que realizan con asiduidad los habitantes de otros municipios de la comarca para realizar compras, hacer gestiones, comer y divertirse. Y ese público no pudo entrar ayer en la ciudad, ni podrá hacerlo durante toda esta semana, mientras dure el confinamiento perimetral. Por ello ayer había en las calles ejeanas una especie de vacío, un ambiente en exceso apacible que no augura nada bueno para el sector servicios.

«Vienen muchas personas de fuera de la ciudad y del municipio y eso se ha cortado con el cierre del término», subraya Javier Laguarta, que dirige Ejea Hostelera, entidad que agrupa a bares, restaurantes y alojamientos, con un total de 115 establecimientos.

Laguarta denuncia que el «comportamiento irresponsable de una minoría» ha perjudicado injustamente al sector hostelero, «que se ha sacrificado para cumplir la normativa de seguridad sanitaria a rajatabla».

El resultado es que el confinamiento perimetral, que instala a Ejea en la fase 2 por un tiempo indefinido, «ha caído como un jarro de agua fría» en el sector hostelero. «La semana pasada deberían haberse celebrado las fiestas patronales y, en realidad, se trabajó menos que en cualquier otra semana del año», explica el responsable de Ejea Hostelera.

Sobre la ciudad gravita un nubarrón, con el problema añadido de que nadie sabe por cuánto tiempo. La regidora ha adelantado que la fase 2 se prolongará más allá del encierro perimetral. En cualquier caso, el rumbo que tome la situación dependerá de la evolución de la enfermedad.

Ejea es una localidad con una potente agroindustria, que complementa a sus servicios y a la agricultura. Este sector se paralizó en marzo y se recuperó a medias, con un descenso de la actividad en torno a un 30%, según fuentes del sector.

Temor a más casos positivos a medida que se hagan PCR

Los ejeanos temen que los casos positivos que se han detectado a raíz de la celebración de las no fiestas patronales solo sean la punta del iceberg. «Hay que tener en cuenta que solo se saben los resultados de la primera semana festiva y que faltan los de la segunda», manifestó ayer un comerciante de la localidad que atribuyó el rebrote al «comportamiento insolidario de una minoría de ciudadanos que ponen en peligro a toda la comarca».