"La catástrofe golpeó a España y no casualmente en una semana en la que, al final, se iban a definir los futuros colores políticos. Siempre el terrorismo había sido un tema central, sobre todo bajo los auspicios del saliente primer ministro José María Aznar. El terrorismo justificaba en caso de duda cualquier medida autoritaria, mientras que los modales democráticos degeneraban. El terrorismo también sirvió como explicación para el entendimiento incondicional con el presidente de EEUU George W. Bush, que llevó a España al ataque de Irak, a pesar de la oposición masiva del pueblo español. Aznar vinculaba el terror de Al Qaeda con el terror de ETA, que en 1995 casi le llegó a matar".

"El presidente del Gobierno considera al conservador Partido Popular, y a su sucesor Mariano Rajoy, como una garantía para la seguridad interior, después de que los socialistas hubieran fracasado en su lucha contra ETA".

"Este 11 de marzo es incomprensible. Pero la reacción no debe ser una cruzada ciega como la de Bush. A la policía, los servicios secretos y la justicia se les exigirá aún más que antes, pero les será difícil vencer al terrorismo y todas sus variantes pérfidas. No se puede negociar con asesinos, pero urgentemente hay que retomar el diálogo político con las fuerzas moderadas para aislar a ETA, ya que a España le será imposible vigilar cada ayuntamiento y cada tren de cercanías".