El senador y exalcalde popular de Zaragoza José Atarés (El Vallecillo, Teruel, 1960) murió ayer a última hora de la tarde tras luchar durante varios años contra el cáncer. La noticia conmocionó profundamente a la sociedad aragonesa y a los responsables políticos que en su mayoría se enteraron de la fatal noticia, esperada desde hace unas semanas, en el pleno de las Cortes o en una cena en beneficio de El Refugio.

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José Atarés fue alcalde de Zaragoza del 2000 al 2003. Su breve mandato municipal no impidió que se granjeara el afecto y el aprecio de sus convecinos, a pesar de la convulsa etapa que le tocó dirigir, incluyendo momentos tensos y de reprobación. Hombre muy apreciado en el ámbito político, periodístico y social de la comunidad, deja una huella imborrable por su carácter conciliador, que tuvo ocasión de demostrar tanto en la oposición como al frente del consistorio. Deja esposa y dos hijos.

VOCACIÓN POLÍTICA TEMPRANA Atarés, hijo de un administrador de fincas, estaba llamado a continuar la tradición familiar, y por ello se formó en la administración y obtuvo el título de agente de la propiedad. Se licenció en Derecho en la Universidad de Zaragoza, y llegó a abrir despacho de abogados, pero mostró desde bien joven afición por la política.

Tras un breve paso por las juventudes del Partido Socialista de Aragón (PSA), a mediados de los 80 se afilió al PP, en la misma hornada que Emilio Gomáriz y apadrinado por José Ignacio Senao. Junto a él estaba cuando el actual edil zaragozano le disputó --y ganó-- la presidencia regional a Luisa Fernanda Rudi, que luego en 1993, él mismo ostentó. Como parte de este sector emergente del partido, Atarés dio muestras de su buen carácter y de su trabajo incansable, y supo ganarse a las bases tomando contacto con ellas e interesándose por las inquietudes y problemas de Aragón.

OPOSICIÓN En 1991 fue elegido concejal popular en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde incluso el PSOE, entonces en el gobierno municipal, le reconoció su oposición constructiva. Mantendría esta relativa buena sintonía con la oposición cuando estuvo al otro lado de la barrera.

A medida que fue adquiriendo experiencia y peso específico en el aparato del partido, forjó una alianza con Rudi, con la que entró en el Gobierno municipal en 1995 como primer teniente de alcalde y portavoz. Y, tras la reelección de la ahora presidenta de la DGA, y su posterior marcha para presidir el Congreso de los Diputados, asumió la alcaldía en el 2000.

Lo hizo en tiempos complicados para el PP, más aún cuando, dos meses después de su llegada al cargo, fueron detenidos dos etarras que planeaban atentar contra él. Pese a que desde entonces contaba con escolta, no vivió su situación con miedo.

Pero el terrorismo no era el único problema de los populares en Aragón. El gobierno en minoría, luego con apoyo del PAR, y sobre todo la sumisión a las directrices del partido --o al menos la falta de oposición-- en el Plan Hidrológico Nacional o la guerra de Irak hizo mella en el PP aragonés, como se vio en las elecciones del 2003.

La muestra fue la manifestación del 8 de octubre del 2000, en la que el alcalde no participó. Pero sí bajó a la puerta del consistorio cuando los alrededor de 300.000 manifestantes contra el trasvase se detuvieron ante él. Un gesto que realizó guiado por su bonhomía, para recoger las exigencias de los ciudadanos y transmitirlas; pero que no fue bien entendido y por el que se ganó unos abucheos de los que el propio Marcelino Iglesias tuvo que defenderle.

Con este precedente, y otras actuaciones como el nonato párking del paseo de la Independencia que reformó, fue perdiendo apoyo y, tras los comicios del 2003, perdió la alcaldía en la que se fraguó la expansión de Zaragoza por el sur tras su pacto con Defensa para que cediera los terrenos de Valdespartera. Aún así, permanecería como concejal cuatro años más, conservando sus buenas relaciones en su partido y fuera de él. Lo cual no le impedía mostrar una crítica feroz a las decisiones del Gobierno socialista. En esa época disputó el liderazgo del partido a Gustavo Alcalde, que había asumido la presidencia tras el asesinato de Manuel Giménez Abad. Pero no recabó los apoyos suficientes. Así, en el 2007 partió a Madrid, donde ha trabajado como senador, en la medida en que la enfermedad se lo ha permitido.

En su haber político está el ser una figura clave en la consecución de la Expo 2008, como integrador en un proyecto que no acababa de convencer a su partido.