Leonardo tiene 67 años. A los 9, acudió al médico de Urgencia porque "me puse blanco" en el colegio Maristas. El doctor no dudó al emitir un diagnóstico: polio. Así, remitió a Leonardo al hospital Provincial, el único lugar donde existía el denominado pulmón de arco, un aparato que permitía respirar a los afectados, víctima de un ahogo permanente. Allí permaneció tres meses, tras los que sus padres recurrieron a un masajista y a un fisioterapeuta que trataban a Leonardo en su casa. "Hicieron todo lo que pudieron", asegura Leonardo, que poco después pasó a visitar el gimnasio de la clínica San Francisco, en Torrero, el único con aparatos de última generación traídos desde Alemania.

"Me fui recuperando y, viendo que la cabeza la tenía bien, me puse a estudiar como un loco, me presenté a oposiciones en el ayuntamiento y saqué plaza a la primera para subalterno. Me casé con una chica sana y he tenido tres hijos".

El síndrome apareció a los 55. Una bajada muscular redujo su fuerza del 40% al 18% pero fue la pérdida de equilibrio la que hizo sonar las alarmas. "Fui al médico de empresa porque tocaba las paredes. Me mandaron a la MAZ y en un estudio detectaron el síndrome pospolio. Me hicieron todos los papeles para la jubilación, ya que llevaba 40 años trabajando y fui al tribunal de incapacidades, donde me dieron la absoluta".

En su caso, no hubo problema. Pero Leonardo conoce casos muy cercanos de afectados que no han logrado ese objetivo. "El decreto es leonino.porque obliga a haber tenido más del 45% de discapacidad durante los últimos 15 años, pero mucha gente no ha podido tener ese reconocimiento o, si lo ha tenido, no ha ido a hacer la revisión al IASS porque tampoco pensaba que podía salir ese decreto y, así, si hace 20 años le dieron el 38%, aunque haya perdido fuerza no ha ido al IASS a revisar ese porcentaje y no puede demostrar ese 45%".

Él tiene las dos piernas afectadas y dos vértebras inutilizadas, que le han provocado una desviación de 180 grados en la columna. "Pero he ido sin bastón hasta los 55", presume. Antes pasó por una operación en el pie --una de las piernas es más corta y delgada que la otra-- y se ayuda de una pequeña "moto" para moverse. Leonardo y el resto de afectados reclaman una unidad de referencia con especialistas en la dolencia y sus secuelas. "Yo estoy bastante bien porque he hecho gimnasia y la rehabilitación en Disminuidos Físicos de Aragón (DFA), pero hay personas muy afectadas".