Poco tiene que ver el ambiente actual de las calles de Cambrils con el que había hace escasamente un año, los días posteriores al fatídico 18 de agosto en el que cinco terroristas sembraron el terror y la muerte en el paseo marítimo. Víctor Egido, de Cadrete, recordaba junto a Judith Villalba, de Pedrola, el ambiente que reinaba en la localidad en las horas y días posteriores. «Se notaba miedo, ibas por la calle en tensión, porque además aquí hay mucha gente que conoces, que tenías esperando en casa», explicaba.

A él no le tocó tan de cerca, pero al zaragozano Rafa López le fue por poco. «Estábamos cenando allí, en el paseo marítimo -señalaba, a pocos metros del futuro mosaico conmemorativo del club náutico- y comenzamos a ver mucha policía pasar, y luego ya en casa, ambulancias. La verdad es que esa noche supimos poco más, pero a la mañana siguiente ya te enteras y piensas que igual que te dio por cenar a unos metros, podríamos haber estado aquí mismo. Piensas que el destino no te ha elegido a ti, que has tenido suerte», explicaba. El incidente, en cualquier caso, no le ha quitado ganas de volver.

Tampoco a Alejandro Lajusticia y Sonia Núñez. A él le pilló pescando, en la playa, como todas las noches. «Primero oí jaleo por un coche que pasaba, pero pensé que se habría saltado un control, sin más. Luego vinieron unos chavales diciendo que había un atentado. Como ya sabía lo de Barcelona, pensé que era una broma macabra, porque no te imaginas que vayan a llegar aquí. Luego ya vi luces de ambulancia y me fui para casa». «Llegó despavorido a casa», confirmaba Sonia, que pasó con él la noche nerviosa, oyendo helicópteros y policía. «Nos quedaban tres días pero nos fuimos para casa, porque estaba embarazada y para estar angustiada, no convenía», explicaba. Pero este año volvían, ya con su hija, a disfrutar de Cambrils.

Lo mismo hacían Antonio Noria, de Mequinenza, con su mujer, la fragatina Cristina Castelló, y Ana. Ellos no estuvieron el año pasado, pero por poco. «Íbamos a venir, pero ese día tuvimos que ir a Lérida y se nos hizo tarde. Esa noche nos llamó muchísima gente para ver si estábamos bien, y nosotros también llamamos, porque tenemos muchos conocidos». No le tocó a ninguno. Tampoco a la sobrina de Juan Carlos Llorente, que momentos antes había estado en el lugar del atentado con las amigas. «Nosotros nos habíamos ido ese mismo día, pero teníamos a la familia aquí, y se pasa mal, la noche en vela», explicaba. «Los atentados impactan siempre, pero cuando te tocan tan cerca, más».